Entre nuestra clientela más singular,de vez en cuando sin pauta de tiempo fijo tenemos algunos clientes a los que hemos llegado a descifrar y cuando digo a descifrar, quiero decir entender sus gustos corseteros o lenceros. No es mi trabajo, ni mi intención el juzgar a nadie ni el intentar entender a nadie más allá de lo que en el mostrador procede.
El ejecutivo lascivo.
Un día vino a mi tienda un hombre muy atractivo, bien vestido con presencia imponente, rondaba los treinta años tenía un cuerpo atlético y unas manos preciosas, (“manos de pianista” que diría mi madre). Se trata de uno de los casos atípicos que más me impactó al principio porque tenía yo muy pocos años, y menos experiencia.
Estaba yo sola y enseguida me dispuse a atenderlo, aún se me notaba la falta de tablas ya que no estaba acostumbrada a tratar mucho con hombres como clientes, y su aspecto me imponía.
-Buenos días ¿qué deseaba?
- Hola,venía buscando un sujetador. (tenía una voz muy varonil y una absoluta falta de acento geográfico.)
-Cómo lo quería? sabe la talla, el color?
-El color blanco, de encaje,
lo de la talla va a ser dificil …
En un segundo estaba
yo sacando cajas con distintos modelos
de distintas marcas…
- Y dígame, le suena
la talla…85… 90 tal vez?
-….pues no sé…como para mí.
-…. (y tanto que iba a ser difícil!)
De pequeña durante varios cursos estudié teatro y esto me ha
ayudado muchísimo a disimular emociones como el desconcierto o la estupefacción
que pueden traicionarte en situaciones como esta.
En aquel hombre no existía el menor indicio que evidenciara su
afición a usar sujetador pero ni todos
los que estudian son letrados ni todos los que van a la guerra son soldados...(ni son para sujetar,todos los sujetadores.)
Puse mi piloto automático en posición “profesional metódico” y tras un ligero parpadeo que entonces aún no lograba controlar, creo que conseguí que mi voz saliera normal al decirle:
-Entonces tenemos un problema de desfase de contorno y volumen del pecho. Si me permite voy a medirle.
Corría el año 1987 y en aquel entonces no había ni rellenos ni copas en las marcas y modelos que yo trabajaba, hoy hubiera sido más fácil, sobre todo desde que una japonesa en 2010 decidió con gran éxito lanzar el sujetador para hombres...
-Le importa quitarse la chaqueta?
-Veamos….contorno 112 centímetros…
(El no sudaba, no estaba para nada nervioso, mientras mi discurso interior me iba dictando
qué hacer cómo sacado de un manual, “el manual de la perfecta vendedora”)
-Pecho….baje los brazos por favor, sí… 121centímetros…
-Busqué entre los modelos que tenían un contorno más amplio,
que estiraban más…
-Creo que este modelo al estar forrado en la copa podría
servirle, tiene poca profundidad pero el forro hace que el encaje tenga más consistencia…además es muy elástico, da bastante contorno aunque tal vez habría que añadirle uno…o dos… alargadores…
Por aquel entonces había unos modelos preciosos de encaje de
chantillí, tipo balconet con los tirantes de seda o satinados que resultaron
ser los preferidos por este cliente al que
cada cierto tiempo apetecía comprarse un sujetador de lo más sugerente.