Robos, hurtos y devoluciones.2ª parte

Hurtos y devoluciones


Que los comercios grandes y pequeños somos objetos de hurtos no es nada nuevo. Todos,  seamos clientes, dependientes o empresarios reconocemos las intenciones cuando algunas personas   entran a tropel en una tienda y mientras una trata de entretener al dependiente las otras  sustraen todo lo que pueden , todo lo que les de tiempo y el espacio…

Estos grupos amenazadores se los ve venir de lejos y aunque nos pone en guardia, la manera de evitar que nos den el día es hacer de cortafuegos, mi manera es salirles al encuentro y a todo lo que me pidan les digo con muchísima educación pero de manera contundente “de eso no tenemos”  y si te preguntan un precio de algo con lo que pretenden alejarte de su lado, te lo inventas al alza si no te lo sabes o les dices que no tenemos de su talla o lo que sea que les haga ver claramente que se a lo que vienen y se han equivocado de sitio. Normalmente se dan la vuelta y se van sin más, si llevan niños procuras que no entren y les dices “coge a ese niño, por favor” en  tono enérgico, les haces de barrera y no intentan traspasar esa barrera, porque no saben hasta que punto eres capaz de enfrentarte a ellas si les presentas cara desde un principio. 
En cuanto las veo franquear la puerta me voy hacia ellas como un miura y  las planto. Hasta la fecha me ha dado resultado.

A las que temo más son a las descuideras con un físico completamente anodino, que no se te queda su cara y se comportan como verdaderas clientes potenciales.
 -M.C. falta el bañador de Majestic, el de la talla 42(110,90€).

    -No es posible esta mañana se lo probaron y lo colgué en el perchero,

    -Pues o está traspapelado o nos lo han quitado.

   -Imposible! solo han entrado gente conocida y una chica... esa morena …

     -Pues lo mismo esa se lo ha llevado

    -No, para nada, iba muy bien vestida.

     -Claro, a base de robar artículos de lujo ya puede ir bien vestida, ya….

Y si, si, se lo había llevado, incluso estuvo hablando tranquilamente de otras prendas y prometió volver a probarse unos sujetadores que le habían encantado…
Lo peor es que puede volver tranquilamente porque ninguna de las  dos nos quedamos con su cara, nada en ella era llamativo.
Esas son las verdaderamente peligrosas.

No voy a relatar aquí todos los hurtos de los que a lo largo de los años se han producido en mi tienda, acabaría por echarme a llorar.
Tampoco es que se produzcan todos los días ni todas las semanas siquiera, pero  mi tienda es tan pequeñita y conozco también la mercancía que cada vez que me roban algo noto enseguida la falta y me entra una sensación de impotencia y rabia, un enfado conmigo misma por boba y por ingenua y durante un tiempo me siento invadida por una desconfianza total en la raza humana en general.
Lo más curioso que me ha sucedido  con relación a este tema  tiene que ver con dos devoluciones… una de ellas de lo robado!

Y no me refiero a aquella vez que una chica se llevó colgando de su brazo donde llevaba  el bolso, sin querer, dos sujetadores y se dio cuenta cuando iba a pagar en el autobús ( me llamó enseguida para comunicarme lo que había pasado muerta de la vergüenza, la pobre caminando por el centro con los sujetadores) y yo andaba como loca buscándolos porque sabía que esa chica -no me los había robado … y no me equivocaba!. ( Estas son las cosas que me devuelven la fe en la raza compradora humana).
Me refiero a dos sucesos surrealistas que me pasaron con alguna distancia en el tiempo pero que están en el ranking de los episodios más chocantes que he tenido que vivir.
Por orden cronológico, empezaré por contar el que me ocurrió hace un par de años con una cliente habitual,  una señora hasta entonces respetable, mujer de un guardia civil jubilado que me hizo "un dos por uno"…

Tenía yo el mostrador bastante revuelto y dos chicas  en el probador, la señora me dijo que necesitaba dos sujetadores, pero que se iba a llevar sólo uno… sólo uno pagando! El otro se lo iba a llevar de extranjis!

El caso es que yo la vi hacer un raro y mi mente no quiso creer lo que estaba viendo, tan imposible me parecía, pero luego a rebobinar si, perfectamente  decodifiqué aquella imagen que deseché por inverosímil…

La señora me pago el sujetador que le vendí y se fue… y yo me puse a ordenar el mostrador mientras las otras dos muchachas seguían intentando encontrar un sujetador para  un vestido de fiesta  con un escote complicado. 

Una vez recogido y guardados en sus cajas todos los sujetadores que las chicas del vestido de fiesta iban rehusando – eran bastantes y la verdad es que no me fiaba mucho- me dispuse a guardar los que le había enseñado a la mujer del guardia civil…¡ no me lo podía creer! me faltaba uno! Busqué, rebusqué y al final me rendí a la evidencia de lo que mis ojos habían visto y no quisieron procesar… la señora se había metido en el bolso el sujetador que me faltaba.

 La tarde del día siguiente vino la mujer… con el sujetador que había pagado, porque no le estaba del todo bien…

     -Bueno, -le dije con el sujetador en la mano -este es probable que no le estuviera bien, pero y el otro? Le está bien?

      -¿Qué  otro? (por cómo se agarró el bolso –como si lo llevara dentro, todavía –y la manera de ponerse a la defensiva acabó por refrendarme la certeza de  su fechoría)

      - El que se llevó usted sin pagar

     -Y saqué la caja vacía…

      -De qué hablas????  Tu  estás “perdida de la cabeza”!

Le señalé a dos cámaras que tenemos, una de  pega y otra que vigila un punto muerto de la tienda .

-Señora no se da cuenta de que la tenemos grabada?

La mujer miró sorprendida a las cámaras y en esto su marido impaciente asomó la cabeza por la puerta para meterle prisa…

-Si usted no entra en razones hablaré con su marido…

Viendo que salía del mostrador para dirigirme a la puerta la señora me dijo que como se me ocurriera hablarle a su marido lo iba a matar porque estaba muy malo del corazón.
Quedamos en que me quedaba con el sujetador que me traía para devolver porque era del mismo precio que el que se había llevado sin pagar y que no volvería a pisar mi negocio.

El otro episodio también tiene que ver con una devolución, pero  esta vez no era una cliente habitual , ni esporádica, lo que sí que llama la atención es la osadía con la que llegan a proceder estas ladronas.
Ha sido hace poco, el tercer día de rebajas aprovechando la gran afluencia de gente una de estas descuideras se llevó un bañador, concretamente y como suele ser habitual, el más caro de la tienda del que sólo me quedaban dos tallas la 44 y la 46. 
Por mucho que quise estar encima de todas y de todo hubo mucha gente, muchas ventas y mucho movimiento y ya sabemos que es justo lo que aprovechan estas amigas de lo ajeno para hacer su agosto.
La tienda esa mañana iba por oleadas de gente “ barco lleno, barco vacío” y en una de esos huecos en los que se me vació la tienda eché de menos el bañador de marras, concretamente el de la talla 46, un bañador de la marca Basmar super llamativo con el cuerpo negro liso y la parte de arriba de franjas blancas, negras y violeta intenso con un botón negro grande de pasta con forma de estrella  en el escote ¿Cómo no lo iba a echar en falta?
Busqué y busqué por todos los perceros, el probador, el mostrador y las cestas de ofertas, pero el bañador había “volado” y con el mis ganancias de ese día, que había ido bastante bien en cuanto a ventas hasta ese momento.
Conduciendo hacía casa engañada, enfadada, rabiosa y decepcionada, repasaba mentalmente las caras de las personas, los movimientos, el momento en que intuí que me estaban robando,- justo cuando pensé en que era un momento ideal para que lo hicieran-, tres chicas conocidas habían estado mucho rato mirando y rebuscando en el expositor de bañadores, otra señora que no recordaba y otra más, una rubia de mediana edad acompañada por un niño de unos diez años que jugaba a la play.
De nuevo por la tarde me puse a buscar por entre los percheros… nada  sólo estaba el de la talla 46, miré en el ordenador por si lo hubiera vendido y no lo recordaba no, la talla 46 aparecía como en stock…
...Y  en eso vino la señora  rubia del niño que jugaba a la play.

-Buenas tardes.-Me dijo pronunciando las eses finales de las palabras de forma poco natural.

- Buenas tardes, Dígame…
Ya antes de terminar mi frase de “en qué puedo ayudarle?” me dijo que por la mañana había estado mirando un bañador que le gustaba mucho y que quería probárselo…
La sangre empezó a removérseme en el estomago como en espiral, es el  primer síntoma de alerta que noto…

-Cómo era?

- Uno de rayas muy lindo…

 (No me dio buena espina y pensé si tal vez había podía haber sido ella… la del niño, me fijé e igual que por la mañana, llevaba dos bolsos en bandolera, uno tipo zurrón y otro más pequeño, negro como de hombre).
Se lo dí y se metió en el probador…
Algo me daba mala espina, la casualidad de que hubiera venido precisamente a por ese  bañador, de que estuviera entre las sospechosas…ese acento postizo…
Noté como me iba cargando de adrenalina…
Y cuando se abrió la puerta del probador y me dio el bañador y ví que el que me devolvía era el de la talla 46... supe que en efecto había sido ella!
“Ella” que por la mañana había robado un bañador de talla mayor que la que necesitaba y debía de pensar que yo era una tonta integral y ahora pretendía cambiarlo por el de la talla más pequeña sin pasar por caja.
      Tenía el móvil en la mano y le dije:

-Vamos a ver “señora “, este no es el bañador que le acabo de dar, devuélvame el bañador que me ha robado esta mañana…

-¿Pero tú que estás diciendo? (de repente ya no se molestaba en marcar las eses)

-Estoy llamando a la policía y o bien abres el bolso y me lo devuelves o lo vas a abrir cuando vengan.
Sin darme cuenta, sin ser consciente de que lo estaba haciendo la tenía sujeta por el bolso.

-A mi no me toques eh? A mi no me toques!!!

- Por favor, abre el bolso …. Empecé a hablar con la policía por teléfono.

De un manotazo hizo volar el móvil y saco el bañador hecho un ovillo del bolso, lo había liado muy apretado como una pelota de forma que sólo se veía la parte negra seguramente si le miro el bolso - también negro- lo mismo ni lo veo.
Me dio un empujón y me dijo:

- Quédate con el bañador de mierda y métetelo por el culo ¡puta!

Y se fue.

Y Yo me quedé temblando.