La Cromagnona


Capítulo aparte tengo que hacer un anexo con un tipo de mujer que no definiría como cliente ni compradora porque rara vez pasa por la tienda y cuando lo hace es para preguntar por alguna cosa muy específica y difícil de encontrar (hasta de imaginar) pero de ningún modo este tipo de mujeres tiene nada que ver con las clientas tipo Pititas.
 Primera hora de la mañana, el café del desayuno aún caliente en el estómago, entra en la tienda una mujer vestida con una camiseta de tirantes anchos color “gris deporte” y unas mayas negras de algodón lycra  con incrustaciones de celulitis.
Tenía los muslos muy juntos hasta la rodilla, los tobillos muy separados y unos pies diminutos, con unos dedos como de plastilina que dejaban al descubierto unas chanclas de goma china. 
Debía de pesar unos 120 kilos, no tendría más de treinta años y sus formas eran  como a lo bestia las de  la Venus de Willendorf, la famosa diosa de la fertilidad (de la que al ver una réplica en la tienda de un museo, un pagano extrovertido y con poco tacto dijo  en voz alta que sí que debía de ser una diosa porque sería un milagro que con esas “hechuras” se le acercaran para preñarla.... ¡y se quedó tan a gusto!)

-Buenos días.
-(Sin  responder al saludo) ¿Tenéis bikinis que se amarren al cuello? (Sin poder evitarlo, me imagino uno de esparto con una gruesa maroma y un par de alforjas)
-Si, ¿de qué talla lo quiere? (Esta pregunta es por ganar tiempo y porque siempre cabe la posibilidad de que el bikini fuera para otra persona)
-Como para mí.
-Me dirigí a las perchas sin ninguna esperanza ni expectativa de venta….
-Pero “oyes”... ¿No tienes de esos de pantaloncillo, de esos que le dicen  "kulote"?
Acierto a enseñarle uno  de la talla 52 de señora con una braga nunca lo bastante grande.
-No eso a mí no me tapa.
(Bueno –pensé-, al menos es realista…)
-Yo lo quiero "kulote" pero que me baje bastante como a medio  muslo para no tener que quitarme los pelos del “flequillo” (¡¡¡¡……!!!!) que me salen granos y me “inrito"…


¡¡¡Ala…!!! No contentos con lo que había,  la imagen que te describe te paraliza. ¡Y menos mal! porque estas situaciones también le paralizan a una los músculos faciales. Es muy difícil poner cara de póker en una circunstancia así.

Desde luego que la mujer tenía un problema “peliagudo”… Cuando levantó el brazo para buscar en el perchero de  los bikinis,  la sisa de la camiseta dejó entrever unas axilas rasuradas que hasta el bandolero Luis Candelas hubiera parecido barbilampiño a su lado. Creo que una cerilla hubiera prendido allí sin problemas.

Huelga decir que la mujer se fue sin comprar nada y que este tipo de “improbables clientes potenciales” (no sé cómo definirla) son  una minoría muy reducida, difíciles de “englobar” en un epígrafe. Porque... ¿Cómo las clasificaría? ¿Cromagnonas? ¿Potorronas? Pero aunque no compren hay que hacer referencia a ellas porque… ¡“haberlas…hailas!”