Frikilladas.


 Hay gente para todo. No sé si siempre la hubo de manera tan evidente o es que ahora prevalecen, tal vez ahora haya otros modelos sociales para referenciarse y a mi me  resultan difíciles de admirar  por disonantes y poco armónicos como son los de las actuales reinas del hígado, mas que de corazones, por lo viscerales que resultan en sus estentóreas maneras, antes destacaban mucho, ahora están  en el repertorio de clientes que pasan por un comercio.
Algunas pese a lo disonantes, pese al rato surrealista que te hacen pasar, acaban siendo capítulos más o menos distraídos de una larga lista de anécdotas que conforman la historia de un negocio, otras llegan a provocar incidentes que te hacen pasar un rato tenso y te descubre la dimensión –o la falta de ella- de algunas personas.


No es de extrañar que para los cambios improcedentes vengan las clientes de dos en dos, me imagino que es para reforzar al que intenta descambiar y forzar al dependiente si acaso se le ocurre poner algún impedimento.
En nuestro negocio no ponemos trabas a ningún cambio que esté dentro de la lógica y el sentido común, y si algún de los dos falla por parte del cliente, tenemos hojas de reclamaciones que en 27 años  no hemos tenido que usar nunca. Esto no es tanto mérito propio como el tener la suerte de contar con una clientela bastante sensata. Mis clientas a las que yo llamo Pitrritantes  resultan algo "frikis" algunas veces, pero razonables o predispuestas a razonar.
En esta ocasión, las clientes no es que vinieran muy predispuestas para ello, algo que suele pasar cuando no te asiste la razón y tienes que acudir a la coacción, exigiendo o tratando de intimidar con las maneras y las palabras…
Se trataba de cambiar una bata de casa que se llevaron hacía dos semanas, el plazo estaba dentro de lo posible para un cambio, el inconveniente es que tenía arrancada la etiqueta y por lo arrugada y maltrecha que estaba tenía todo el aspecto de haberla rescatado de la basura…
-Mire, es que una vez arrancada la etiqueta, nos es imposible hacer un cambio ya que la etiqueta es la garantía de que….
-¡Eso es ganas de no cambiárnosla, porque tu le puedes poner otra etiqueta…!
- No mujer, eso no puede hacerse…
-¡Vaya que no! -dijo levantando mucho el tono de voz-vosotros hacéis lo que queréis…y a mi madre no le gusta esa bata y no se va a quedar con algo que no le gusta…
-¡Es que no me la voy a poner…!
Tenía yo la bata extendida encima del mostrador que me separaba de las dos mujeres que trataban de persuadirme de que hiciera un cambio inadmisible, la bata al sacarla de la bolsa me había dado la impresión de un olor raro, como a fritura, la verdad es que me tenían un poco frita, pero no era yo, era la bata.
Cuanto más trataba yo de razonarles, de decirles  y repetirles que si la bata hubiera venido con su etiqueta en perfectas condiciones no tendría ningún inconveniente en cambiársela por lo que quisieran, más me repetían que ellas no querían la bata y que tenía que, ya no sólo cambiársela, sino que además tenía que devolverles el dinero…

Cuando les señalé el cartel que bien claro expone que cualquier cambio se haría por otra prenda o un vale por el importe de la compra,empezaron a ponerse desagradables,   ya no era el problema de que la bata no venía en condiciones sino que lo que querían si o sí era  el dinero que  se habían gastado en la bata.
Yo volví al tema que nos ocupaba, la imposibilidad de cambiar algo que traía arrancada la etiqueta, algo que para ellas no era motivo suficiente para no descambiarla.

 del blog elrincondechelo.

-Vera usted, es que que lleve la etiqueta es la garantía de que no ha sido usada…
- ¡Que usada ni que leches! Mi madre se probó la bata no le gustó y la guardó…
-¿Y porqué tiró la etiqueta…?
- La tiré yo porque creía que iba a quedársela. Pero es que no le gusta y no se la va a quedar.
-Pero eso tenía que haberlo averiguado antes, no ya de quitarle la etiqueta…sino de tirarla a la basura…
-¿Y yo que iba a saber? Ella se la puso, y la bata estaba tan bonica, pero a ella no le gustó porque lleva cremallera y ella la quiera más larga y con botones. a ver si me entiendes :¡Que- no -le  -gus-ta!
- Pues si que lo siento, porque al venir sin etiqueta…
-¡No viene sin etiqueta! ¡la etiqueta está ahí!



Se me escapó un suspiro  o más bien fue  el intento de oxigenarme el cerebro y coger fuerzas, a ver si me daba argumentos más convincentes, paciencia, o templanza para reconducir aquella conversación que no iba por buen camino.
-Mire,  el estado en que viene la etiqueta es  inaceptable. No sirve como garantía de que esta prenda no haya sido usada…
-¡Pero se notaría y la bata viene perfectamente!
En ese momento, no sé qué duende del comercio me vino a visitar y se me ocurrió meter la mano en uno de los bolsillos…
Allí arrugado había un trozo de papel de cocina usado seguramente como pañuelo…
A las dos les mudó la cara. Yo lo sujete con dos dedos y se lo ofrecí.
La mujer me lo quitó y se lo guardó en el bolsillo, como seguramente era su costumbre.
-¡Eso no quiere decir nada! Eso es que cuando se la probó…

-Bueno, hasta este momento les he estado escuchando y he intentado razonar con ustedes, pero esto es una evidencia clara de que esta bata no me da las garantías para que yo pueda descambiársela de que no ha sido usada, además parece ser que la bata ha sido usada en la cocina, porque huele a fritura.
La que parecía la hija la olió, la madre no percibía los olores porque estaba resfriada  (de ahí el pañuelo) y aún intentaron rebatirme lo irrebatible…

Metí la bata en la bolsa y aún les repetí que sentía que la bata no viniera en condiciones para poder descambiársela y les hice la recomendación de que tuvieran muy en cuenta la importancia de las etiquetas en los artículos a la hora de descambiarlos…

( ¡Y de procurar no usarlos en la cocina ni meter los pañuelos usados en los bolsillos!)


Regalar a la pareja

Cuando el cliente es un hombre.

Primero me referiré al cliente majo, el que viene a comprar o a preguntar por algún artículo con el propósito de regalarlo...¿Es que pueden venir con algún otro propósito...? -Os preguntaréis-, pues ya lo creo que si! (pero eso será capítulo aparte)
De los que vienen a comprar, algunos se dejan aconsejar (tanto que a veces llaman por teléfono para pedirme que escoja algo para su mujer y mas tarde pasan a buscarlo) y otros tienen las ideas muy claras, saben lo que quieren y cómo lo quieren, se lo "suministras" y punto, dando como resultado una impecable y dinámica transacción comercial. 
Sea como sea la mayoría de las veces con los hombres la venta se produce sin problemas. 
Luego la post-venta es otra cosa, -me refiero a las devoluciones o cambios etc-...

Hay clientes más o menos vergonzosos, con más o menos desparpajo, que se desenvuelven mejor o peor con las tallas, las copas o los modelos; unos vienen informados y otros recurren a las comparaciones de las que ya hablé en otro post.
En general la venta se produce sin tiranteces ni incomodidades por ninguna de las dos partes ya que la empatía en estos casos obra milagros y no hay nada como ponerte en el lugar del comprador y que perciba que lo entiendes y que entiendes que para él no es fácil,  para que no tarde en relajarse.
En general los hombres aunque cada día compran con mayor seguridad , muchos aún se conducen a la hora de elegir un regalo para una mujer, como si se encontraran muy desorientados, como perdidos, como si les costara "triangular" entre lo que les gusta, lo que le gustaría a su pareja y lo que realmente le quedaría bien.
Si alguien inventara un Gps que indicara cómo llegar al regalo adecuado seguro que se forraba .


El despistado


A lo largo de los años en muchas ocasiones ha sucedido que algún  caballero viene a comprar para regalar dos conjuntos de ropa interior de dos tallas muy diferentes, de dos estilos muy distintos y luego a la hora de entregarlos se hace un lío y  tengo que enfrentarme a la ira de una mujer conocida (cliente habitual) que no entiende cómo he estado tan desatinada al venderle a su marido semejante conjunto sabiendo que ella los usa específicamente de una marca y de un estilo muy concreto y encima se lo he vendido dos o tres tallas menos de arriba y de abajo…
 Si la cliente está totalmente ignorante del engaño de su marido, normalmente esas situaciones se neutralizan rápido, tras pedirle mil disculpas por la torpeza, o recurrir a la mentira piadosa de que ese día yo no estaba y su marido fue atendido por alguien nuevo que no le conocía.
Poco después y sin mucha demora suele venir la otra mujer obsequiada, que son las que me suelen provocar verdaderos sobresaltos y sorpresas, -el sexo desde luego promueve extraños compañeros de cama-…y aún es más chocante cuando lejos de ser extraños para mi, son personas conocidas  o entre ellos muy cercanas.
Algunas veces te pillan por sorpresa y entonces tienes que recurrir a toda la profesionalidad de la que dispongas para que la situación no termine por enrarecerse o degenerar.
Una vez incluso tuvimos simultáneamente que atender a las dos mujeres que conocidas entre si, se ayudaron una a la otra con opiniones y consejos de cual modelo escoger, o por qué artículo descambiar el fiasco de regalo recibido...del hombre que compartían. 
Curiosamente de las mujeres que tomamos parte en esa anécdota, dos participábamos del secreto pero allí la única que estaba apurada, nerviosa e incómoda era yo!