Entre la espada y la pared: Calimero.


Empezar la semana siempre es algo duro, sobre todo si en el fin de semana una ha conseguido desconectar.
Retomar las prisas, los “por haceres”, las preocupaciones, no puedo decir los problemas laborales porque por el momento el único y general problema es la falta de consumo, la falta de gente con predisposición a comprar, pero  y sin que sirva de consuelo, es un mal endémico, no se debe a que mi negocio haya caído en desgracia o en abandono, y aún consigo mantenerme pese a esta falta generalizada de “alegría en las ventas”.
 Los escaparates están recién puestos con los últimos modelos del otoño-invierno, con una mercancía preciosa que veo cómo hace pararse enfrente de ellos a la poca gente que se anima a salir y los admira y los examina y son capaces de retenerla unos minutos, algunas entran a preguntar y otras simplemente para decirme lo bonitas que son las prendas que exhibo, o lo original que han quedado los escaparates. 
La verdad es que  han quedado llamativos.

Los clientes no abundan pero lo que cada vez llevo peor son “las visitas”, no de gente agradable que viene a ver cómo estás o que hace tiempo que no pasa por aquí y viene a saludarte no,  esas siempre son bienvenidas y me alegran cualquier mañana por muy de lunes que sean o que parezcan.
Pero hay otras que vienen  a gastar su tiempo y desgastar el tuyo.
A las que yo llamo “las visitas” son a l@s  Calimer@s, porque me recuerdan aquel pollito triste y negruzco que siempre decía muy lastimosamente  “es una injusticia”.
Pues esta mañana ya tuve dos visitas casi seguidas del tipo Calimero:
La primera se trataba de un representante ya jubilado por el que siento un sincero aprecio, trabajamos juntos más de 25 años y la jubilación y la vejez anticipada le vino en un momento en el que por hastío y situación personal parecía iba a serle una bendición.
Aparte de su situación personal que es muy angustiosa, por culpa de una enfermedad de uno de los integrantes de su familia no inmediata y del que por su situación de desocupación se encarga casi en exclusiva y le está consumiendo.
Cada vez que viene a visitarme habla de su mala situación personal, según y como podría ser normal, nos apreciamos y  el que comparta conmigo su malestar es un síntoma de confianza, pero lo malo no es que me sobrecoja con su angustiosa situación familiar, porque me apeno por él -lógicamente-, lo peor es que inmediatamente después siempre tiene una conversación recurrente sobre lo mal que está la economía en general y el comercio en particular y “cómo no va a estarlo si la gente ya no gasta en cosas superfluas…”

-Yo mismo -me dice siempre-, si necesito unos calzoncillos voy al chino y me compro 6 por 3 €…

-Hombre Pepe…

- ¿Qué no? Mira estos pantalones en H&M por 8 euros, cogí y me compré dos uno azul marino y otro negro y esta camisa…bla..bla..bla…así claro la gente no se gasta nada en vestir, ahora vestir es barato…mas bla..bla..bla… y lo tuyo? Pues claro si es que no se ve, ¿para que se van a gastar más cuando nadie se lo va a ver…! Si en el chino por nada van servidas? Y sino con las bragas rotas!

El caso es que me suelta el mismo discurso cada vez con puntos y comas y noto como  mi energía se esfuma con cada visita suya y este lunes ya no pude más y me decidí a contestarle.

-Pepe, yo sigo aquí, y sigo porque todavía hay mucha gente que necesita o que procura vestirse bien, a lo mejor en vez de dos conjuntos se compran uno, pero les gusta que sea de calidad, que les siente bien y también hay gente que sigue cuidando a sus parejas y a su intimidad y si acaso “no lo enseñan” -como tú  dices -, saben la importancia de un buen sujetador para que la ropa les siente bien.

-Ya pero es que ahora van a las “intimismis” y se solucionan.

-Pepe, yo debo defender lo mío y me parece que tienes vista de túnel. Tu ya no tienes la necesidad de ir impecablemente vestido, pero cuando trabajabas y estabas enfrente del público tenías que ir bien y te gustaba, aprovechabas las rebajas de acuerdo, (siempre fue bastante ratilla) pero ibas bien y vestías bien.

-Si, pero te estoy diciendo que ahora te vistes bien por cuatro duros…

- No Pepe, ahora te tapas por cuatro duros, pero si quieres vestir un poco mejor te cuesta más. Eso es como la diferencia entre amueblar y decorar la casa.

Hay quien prefiere tener una camisa en condiciones (que no tienen por qué  ser una camisa carísima) a tener un trapo de 8 €, hay quien prefiere pagar más por un sujetador que le siente bien y le dure…

-Que si, pero que en los chinos los encuentras por 3€! Y están bien…!

-No Pepe, una chica o una señora que quiera un sujetador en condiciones que le haga un buen busto no se va a un chino…

-¡Si no se ve!

-(Y dale...!) a lo mejor si que lo enseñan! Pero aparte de eso es que si se notan!, se notan en esos pechos con cuatro bultos, en esos pechos ombligueros.¡Por Dios, si hasta la china de la frutería me compra a mí los sujetadores para una de sus hijas que tiene un pecho enorme!


No puedo con él. Me roba la energía, y justo cuando estaba empezando a pensar “para qué discutiré yo con este hombre...” da un bote y decide despedirse, poniendo fin a su –esta vez- breve visita. No tiene ganas de que le lleven la contraria…
Me ha venido bien darme cuenta de esto, porque justo en la puerta se ha cruzado con otra vecina que también me roba el tiempo y las energías contándome sus batallitas…sin dejarme tregua ha venido a desahogarse conmigo... pero esa es otra historia...una misma que llevo oyendo más de 25 años...