Mi tienda es un comercio multimarca, esto
quiere decir que trabajamos con más de 50 marcas entre corsetería, lencería,
medias, baño y complementos.
En estas últimas semanas raro es el día
que a primeras horas de la mañana y de la tarde la tienda no se llena de
catálogos y muestrarios que los comerciales nos presentan con el ánimo de que
la próxima temporada resulte beneficiosa para todos, me refiero a la temporada
del verano 2013.
Se compra con muchísima antelación para
que los fabricantes puedan fabricar sus productos con holgura, aunque para
todos es arriesgado hacer los pedidos con tanta anticipación.
Pero la actividad comercial es arriesgada para todos.
Pero la actividad comercial es arriesgada para todos.
Cada marca tiene un representante aunque
hay representantes que aglutinan varias marcas. Con algunos de estos
comerciales llevo trabajando desde los comienzos, otros llevan menos tiempo
trabajando ellos que los años de relación que mantengo con la marca.
Con muy pocos he desarrollado una relación
de amistad, aunque con todos la relación suele ser fluida y cordial...
Ayer esperaba a uno de una conocida
marca española de lencería y vestidos playeros.
La cita me la había pedido dos semanas antes.
La cita me la había pedido dos semanas antes.
Habíamos quedado a primera hora de la
tarde porque es cuando menos público suelo tener, el calor es asfixiante y
la gente por la tarde sólo se atreve a
salir a última hora por lo que a veces acabamos cerrando muy
pasadas las nueve y media.
A las 19,35 h me llamó no para disculparse sino para avisarme que venía.
Le dije que era mejor dejar la
visita para otra ocasión, (sabía que tendría que venir más adelante para ver a
otra compañera que no admite ver muestrarios hasta septiembre)
Por la hora que era y en el pueblo donde se encontraba (37 kilómetros) apenas me dejaría margen para ver su muestrario sin tener que quedarme después del cierre, además que ya entraríamos en la franja horaria de más afluencia de púbico, mi negocio es pequeño y sus percheros en medio incomodan y dificultan la venta de lo que yo misma tengo en los percheros en los que todavía lucen, en rebajas, prendas de la firma que representa.
Por la hora que era y en el pueblo donde se encontraba (37 kilómetros) apenas me dejaría margen para ver su muestrario sin tener que quedarme después del cierre, además que ya entraríamos en la franja horaria de más afluencia de púbico, mi negocio es pequeño y sus percheros en medio incomodan y dificultan la venta de lo que yo misma tengo en los percheros en los que todavía lucen, en rebajas, prendas de la firma que representa.
Según su navegador llegaría a las 20,00h
en punto e insistió en venir a visitarme (pasándose por debajo de la nariz el
resto de mis inconvenientes)
Mal empezamos.
A este hombre le conozco,
mejor dicho, le trato desde hace más de dos décadas y cómo entiendo que los
representantes están desplazados de su casa y que les interesa hacer cuantas
más visitas mejor para acortar las noches de hotel y los gastos de
desplazamiento, accedí a ver la colección que como el mismo dijo “era
cortita”.
Vino y la entrada -normalmente seca-, fue
de lo más cordial y afectuosa, entendí que para suavizar su
actitud anterior por teléfono.
Desplegó un catálogo cuyas fotos y cuidado
de imagen ha ido empeorando paulatinamente en estos últimos años,
incluso muchas de las prendas no venían fotografiadas en chicas sino dibujadas
como los vestidos de muñecas recortables, que así dicho queda genial pero para elegir modelos y tejidos como que no ...
Me preguntó si con el catálogo sería
suficiente y le dije que me parecía que así no se veían bien las prendas y que
prefería verlas físicamente así que fue
al coche que tenía aparcado en la misma puerta y sacó sus percheros y dos
bolsas con su muestrario.
Lo colocó allí en medio y se fue a pagar
el tique de aparcamiento municipal.
Repasé despacio y predispuesta a comprar
todo lo que me gustara de un muestrario a
cuya firma año tras año en invierno y en verano he comprado gustosa en mayor o
menor medida, dependiendo de la originalidad y atractivo de las prendas que me
presentaran, ya que la calidad en esta firma era algo que solía estar
fuera de dudas.
Si el catalogo me decepcionó, a medida que
pasaba las perchas, la colección me iba sorprendiendo y defraudando a
partes iguales.
En esto regresó el representante y le
expliqué apesadumbrada que no veía nada que me llamara la atención.
En seguida se puso a la defensiva y me
dijo que “cómo podía decir eso” y me mostró como maravilla del muestrario un
camisón de tirantes en algodón de camiseta, ramplón sin forma, ni siquiera una pinza para el pecho, blanco con rayas rojas y la silueta de una oca dibujada en negro, cuyo
precio, con toda la moderación comercial posible resultaba muy elevado y esa
era la prenda estrella de su colección…
Me dijo de mal modo que era la primera que
le decía que no le gustaba su colección, a lo que yo le respondí que sentía
mucho haber sido yo, pero que tal y como estában las cosas de difíciles, había
que tener la cabeza muy fría a la hora de comprar para luego poder vender y
sacar adelante el negocio…
Le comenté que se
notaba que a demás de la falta de diseño, la relación calidad-precio no era la
acostumbrada en la marca que representaba, pero los precios si eran los de siempre (mas la subida del iva)…
Tener que decir esto no es agradable, yo
lo estaba pasando mal, ni mi comentario ni mi tono al hablar era
con prepotencia, estaba argumentando mi decisión de no compra (que significa además
un trastorno para mi, puesto que el nicho que su marca ocupa en mi negocio se
me queda desierto y lo voy a tener que llenar con otras marcas que tendré
que buscar, probar etc.)
Entonces hizo lo que un representante
nunca debe hacer.
Me acusó de muy malos modos de haberle
hecho venir desde el pueblo donde se encontraba para al final no comprarle
nada.
Me dijo que le parecía muy difícil que no
encontrara al menos diez o veinte prendas que pudieran encajarme.
Hay negocios en los que la mercancía queda
en depósito pero en nuestro negocio compremos lo que compremos, no se devuelve
lo que no se ha podido vender. Con un poco de suerte sale en rebajas o se
termina teniendo que vender como saldo a bajo coste en temporadas posteriores).
Me fijé en este hombre que iba ascendiendo
en su mal tono y perdiendo la compostura y que se me iba empequeñeciendo a
medida que él creía que escalaba posiciones en lo que pretendía fuera
una discusión: su manera de mover la cabeza, su
mascullar frases inconvenientes sin mirarme a los ojos, ni a la cara…. su nariz
afilándose apuntando hacía el suelo mientras se quejaba de mi decisión…
Le tuve que parar los pies diciéndole que
cada uno en su trabajo tenía que saber que a veces se vendía y
que otras no, que decía poco a su favor el pretender
hacerme sentir culpable por no comprarle, y por recorrer 37 kilómetros para
irse de vacío, le tuve que recordar que fue él quien insistió en venir y que considerara
que la actitud que estaba teniendo iba a perjudicar nuestras futuras relaciones
comerciales.
Eso es lo que le frenó.
Los contratiempos nos enseñan la verdadera esencia de las personas, más
de 20 años sin incidencias no demuestran que una persona sea competente, sino
que no se le había puesto a prueba.