La marea roja. Introducción.


Últimamente vender sujetadores está resultando de lo más monótono,  la venta más generalizada  es la de los sujetadores denominados “básicos” en color visón o piel, copa lisa tirante simplón y sin un asomo de adorno o encaje para que no se  marquen con las camisetas... se supone… pero da igual si llevas vestido, camisa suelta o un vestido de fiesta…o de monja ( con perdón) el sujetador debe de ser imperceptible.

Las mujeres en España a fuerza de no querer trasparentarnos nos estamos volviendo invisibles, y son las mujeres de Europa del este las que nos están enseñando a materializarnos de nuevo, a subirnos a los tacones otra vez y nos instigan a retomar muchas de nuestras armas de seducción, aunque de momento en España seguimos a lo Bridget Jones (con sus inolvidables  bragotas) prefiriendo el color carne y las prendas anodinas y en vez de los ligueros y las braguitas de encaje nos enfundamos en medias reductoras y fajas de cuello vuelto “para estilizar la figura” que no son sino  las antiguas fajas tubulares de nuestras abuelas que avispadas marcas de corsetería han remasterizado…



-“Quiero un sujetador de aros, color carne, liso, de “casco” y sin costuras”… Me piden cada día reiteradamente mujeres de todas las edades…

Policías rusas
Pero desde hace unos años hay un tipo de cliente que aborrece ese color… -me refiero a compradoras mujeres, los hombres lo aborrecen sin excepciones-  a esta cliente le espanta y los rehúsa con exquisita educación y un acento característico, se ríe abiertamente arrugando la nariz y moviendo negativamente la cabeza cuando se lo enseñas… impensable para ellas el usarlo… ellas los prefieren blancos, negros, de colores, escotados, muy escotados y bonitos, muy bonitos, como hace años nos vestíamos por dentro nosotras aquí, las autóctonas. Ellas   coquetas, femeninas se sienten atractivas –muchas lo son, pero muchas no-y se visten en consecuencia, tacones de vértigo y tangas diminutas, da lo mismo si son diosas o si tienen celulitis, la contonean sin complejos y hechizan a los hombres que si antes las preferían rubias ahora las prefieren rusas.

“Hasta que la rusa nos separe”


 Ese fue el titulo de un documental que  transmitieron hace unos años por televisión sobre el tema de la emigración y sus efectos colaterales, Estaba grabado en  un pueblo con una de las rentas per capita mas altas de España y con mayor número de divorcios y matrimonios con chicas del este.  Habría que puntualizar que lo de "rusas"  es utilizado como un término genérico para referirse a toda chica procedente no sólo de la Federación Rusa, sino también de todas las repúblicas ex-soviéticas y demás países del extinguido Telón de Acero.
 En un primer momento creo que mis paisanas ante la marabunta de las oriundas de aquellos paises se quedaron perplejas, creían que esos amores del este les era algo ajeno, relegado a bares de alterne, sitios de copas, ignorantes de que el tipo de cocktel al que se estaban aficionando sus compatriotas masculinos resultó ser a la corta un coktel molotv para sus relaciones.
La marea roja se extiende por las calles y se cuela en las vidas, a través de la piel y el corazón de los españolitos –tan enamoradizos ellos- todos sabemos de alguien que ha deshecho su vida para rehacerla al lado de una de estas mujeres que pese a su fuerte carácter se presentan voluptuosas y sumisas… El macho mediterráneo y las hembras esteparias un verdadero cocktel molotov .


He sido testigo de muchas anécdotas que tienen de protagonistas estas chicas y no puedo sino quitarme el sombrero ante ellas y admitir que estan ganando el terreno por la mano a mis paisanas , algunas tienen verdadero arte haciéndolo, pero en otras sus artes son tan evidentes que asombra la docilidad y facilidad conque sus deseos son atendidos...por nuestros patrioskos.



Femenino singular, pretérito imperfecto.


No todas las sorpresas son cómicas o divertidas, algunas son desagradables y otras incluso son sucesos con tintes dramáticos …
A mediados de los 90 nos despertamos una mañana en el barrio donde trabajo con una noticia turbadora: una mujer había sido encontrada muerta cosida a navajazos en su casa, vivía sola de alquiler y al parecer se dedicaba a la prostitución de lujo.
El barrio en el que tengo mi negocio siempre ha sido un barrio familiar de clase media, donde todos nos conocíamos. Hoy en día esto ha cambiado y son muchos los vecinos que no se conocen entre si y son muchas las familias que se han marchado a vivir en duplex y chalets a las afueras y que apenas bajan a pasear o de compras por el centro de la ciudad porque es mucho más cómodo ir a un centro comercial sin zonas azules ni límites de tiempo o de paso por tantas -cada vez más desiertas- calles peatonales. Pero a mediados de los 90 era un barrio muy tranquilo y una notica así nos conmocionó a todos.

Carmen era una chica encantadora, no había cumplido los 30 años y su manera de vestir y sus forma de desenvolverse le hacía parecer mucho más joven.

Carmen no era guapa pero si vistosa, era alta, tenía un cuerpo bonito y había conseguido sacudirse de encima la patina provinciana, ella decía que era modelo y azafata de congresos y no había razones para pensar que no era verdad.
Había sido compañera de colegio en un barrio humilde donde estudiara de pequeña la chica que entonces trabajaba conmigo, quien me contó algo de un novio que la hizo sufrir, pero a ella no se le transparentaba sufrimiento alguno, al contrario se la veía animada y alegre y sus compras estaban dentro de lo que una chica joven y con un buen sueldo podía apetecer comprarse.
Resulto que Carmen lejos ya de aquel humilde barrio y de novios que le hicieran sufrir o tal vez porque no había logrado sacarlo de si, se dedicaba al oficio más antiguo del mundo haciendo de él una versión moderna virtual y tambien presencial. Tenía hasta su página web y tras aparecer muerta, en su ordenador le encontraron los nombres y teléfonos de muchos próceres comarcales,  locales y  nacionales, que desde aquello estuvieron comprometidos en el escándalo y bajo sospecha. Seguramente por el nivel de los implicados fue, por lo que no tardaron mucho en esclarecer el suceso.

Usaba Patricia como nombre de guerra, y su tarifa era de 20.000 ptas.
Su padre la encontró muerta y en estado de descomposición unos días después de que la mataran.
No tardaron en dar con el culpable, un joven agricultor enamorado y enajenado que acabó con Carmen (para él sería Patricia) asestándole cerca de 30 puñaladas. Declaró razones y enajenaciones para justificar su crimen. Pero una muerte así no tiene justificación ninguna.

A mi Carmen me caía bien, las dos nos caíamos bien. No era una chica corriente y  hoy después de tanto tiempo, después de tantas caras, la suya la recuerdo perfectamente y quiero recordarla como el día que vino y me encontró intentando conectar el router antediluviano  que por aquel entonces hacía falta para la conexión con internet y me ayudo a resetearlo y me comentó que tuviera cuidado que a ella le habían pasado un “facturón indecente” por culpa de internet y desde entonces cambiábamos alguna anécdota informática como si fuéramos compis internautas.

Era una chica muy agradable, y creo que cuando venía a la tienda vivía la fantasía de ser sólo Carmen, una chica normal, incluso una vez la vi mirando unas mini combinaciones que tenia sobre el mostrador y cuando me ofrecía a enseñárselas me dijo que no, que “aquello” no era para ella…

Detrás de las personas hay vidas que ni imaginamos. 
Sorpresas y secretos.

Clientes sorprendentes.2 .

"Masculino singular"
En una capital de provincia de hace 25 años no existían las tiendas tipo sexshop, ni había nada parecido a una impersonal gran superficie donde poder comprar sin ser atendido, todo lo más un par de pequeñas pero coquetas galerías comerciales  y donde se podían adquirir prendas cargadas de sensualidad era sin dudarlo en una corsetería. 



Sujetadores, corsés, ligas y ligueros, picardías, tangas y braguitas se adquirían mediante el cara a cara en las tiendas especializadas dedicadas a ello que, normalmente eran regentadas por experimentadas personas mayores o estaban demasiado céntricas para que los clientes más singulares pasaran desapercibidos. Mi negocio está muy céntrico pero no en las calles principales, por lo que es sin duda una ubicación más que apropiada para que, quienes busquen una cierta discreción a la hora de adquirir alguna prenda, escojan a mi tienda para comprarla.
Hombres vergonzosos, indiscretos, crápulas, calaveras …. fueron durante muchos años algunos de nuestros clientes “singulares” y por supuesto no me refiero a hombres enamorados con ganas de sorprender a sus parejas que adquirían -y siguen haciéndolo-, prendas maravillosas con las que obsequiar y obsequiarse, entendiendo la ropa interior como una maravillosa arma de seducción.

Me refiero a seres más o menos “rústicos”, groseros y picantes -hoy calificados como frikies- que movidos por la excitación, confundían sensualidad por sexualidad y erotismo por pornografía.

Tenemos desde hace muchísimos años un cliente, casado, vecino de una calle cercana a donde se ubica mi negocio que gusta de la compañía femenina extramarital, muchas veces de pago, la frecuencia con que este señor acude a las caricias remuneradas ha sido y es todavía muy alta ¿Qué cómo lo sé? Porque regala ropa interior como “anzuelo” o “propina” y envía a sus -según el caso- pretendidas o poseídas para que elijan su “regalo”.

La primera vez que vino a la tienda no se me olvidará nunca, me preguntó si tenía “bragas de las que se comen”…

No recuerdo cual fue mi reacción pero debió de ser acertada, ya que sigue siendo uno de mis clientes más fieles (curioso) con una relación cliente–vendedora impecable y siempre conmigo ha sido y es absolutamente correcto.
Aquel día, el de la primera visita de este particular cliente creía que ya había tenido mi ración de excéntricos, pero no, que va...para nada.

Recuerdo que aquella tarde no tenía yo el ánimo muy alegre porque se acercaba el pago trimestral del préstamo que había pedido para montar mi negocio, un millón de las antiguas pesetas al 20 % de interés que estaba el dinero por aquellos entonces! las cuentas no cuadraban y como era fin de mes apenas  entraban clientes y los que entraban eran para contribuir a deprimirme aún más, ya que era para pedirme cosas como cremalleras (es muy común aún hoy en día el confundir la lencería por la mercería) hilos, tiras bordadas... bragas de las que se comen…

Casi a última hora, llegó un cliente… con un claro acento alemán pero en perfecto español me pidió que le enseñara los camisones de "lencería fina" que teníamos, después de de ver los que tenía de estilo más ingenuo, me preguntó si tenía algún picardias...
Sólo me permitió enseñarle dos de los más sugerentes uno de color púrpura de gasa plisada totalmente trasparente de tirantitos muy finos y con un amplio escote adornado con un par de lazos de raso a tono y otro muy cortito rojo bermellón de encaje con sujetador  incorporado.
Le encantaron los dos y tras observarlos detenidamente…me preguntó por el probador.
Aquel hombre era el doble exacto del gordito de los Les Luthiers, barba y pelo rizado incluido, se parecía tanto, que incluso hubo un primer momento al entrar que hubiera jurado que lo conocía y era por ese parecido tan grande. De hecho el acento alemán  le otorgaba un puntillo cómico que en ese momento me hizo pensar si aquello no sería una broma de cámara oculta…
No reaccioné, le indiqué con la mano la puerta y allí se metió con el camisón púrpura.
Me quedé pasmada, extática, sin saber qué hacer, con aquel tipo en el probador y sin apenas dar crédito a lo que estaba pasando.
Se abrió la puerta y salió este señor con el camisón puesto (y los pantalones, menos mal) a mirarse en el espejo de la columna de afuera porque el probador le resultaba pequeño y no se veía bien.
Se comportó como cualquiera que se compra algo por capricho. Se miraba por delante y por detrás, juntaba sus pectorales como para sacar canalilla por el escote, movía el vuelo del camisón y se le veía complacido...todo con tal naturalidad que aún resultaba mas extraño...Y yo no sabía como reaccionar. Lo hacía en serio? ¿Era una broma? Me estaba tomando el pelo? ¿Podía estar pasando esa escena de verdad?¿Y si en ese momento entraba una cliente...? 
Dijo "bien" y se volvió a meter en el probador. Unos minutos después salió, me dio las gracias –y el camisón-y se fue. Nunca lo volví a ver.


Aquel día me fui a casa con la sensación de que los hombres estaban todos locos, de que mi negocio era mal interpretado ( o estaba mal enfocado) y aunque no creo en ello estaba completamente segura de que los astros tenían que estar en alguna conjunción extraña.




Clientes sorprendentes.1




Entre nuestra clientela más singular,de vez en cuando sin pauta de tiempo fijo tenemos algunos clientes a los que hemos llegado a descifrar y cuando digo a descifrar, quiero decir entender sus gustos corseteros o lenceros. No es mi trabajo, ni mi intención el juzgar a nadie ni el intentar entender a nadie más allá de lo que en el mostrador procede.






El ejecutivo lascivo.


Un día vino a mi tienda un hombre  muy atractivo, bien vestido con presencia imponente, rondaba los treinta años tenía un cuerpo atlético y unas manos preciosas, (“manos de pianista” que diría mi madre). Se trata de uno de los casos atípicos que más me impactó al principio porque tenía yo muy pocos años, y menos experiencia.
 Estaba yo sola y enseguida me dispuse a atenderlo, aún se me notaba la falta de tablas  ya que no estaba acostumbrada a tratar mucho con hombres como clientes, y su aspecto me imponía.

-Buenos días ¿qué deseaba?
- Hola,venía buscando un sujetador. (tenía una voz muy varonil y una absoluta falta de acento geográfico.)
-Cómo lo quería? sabe la talla, el color?
-El color blanco, de encaje,  lo de la talla  va a ser dificil …
 En un segundo estaba yo sacando cajas  con distintos modelos de distintas marcas…
- Y dígame,  le suena la talla…85… 90 tal vez?
-….pues no sé…como para mí.
-…. (y tanto que iba a ser difícil!)


De pequeña durante varios cursos estudié teatro y esto me ha ayudado muchísimo a disimular emociones como el desconcierto o la estupefacción que pueden traicionarte en situaciones como esta.
En aquel hombre no existía el menor indicio que evidenciara su  afición a usar sujetador pero ni todos los que estudian son letrados ni todos los que van a la guerra son soldados...(ni son para sujetar,todos los sujetadores.)



Puse mi piloto automático en posición “profesional metódico” y tras un ligero parpadeo que entonces aún no lograba controlar, creo que conseguí  que mi voz saliera normal al decirle:
-Entonces tenemos un problema de  desfase de contorno y volumen del pecho. Si me permite voy a medirle.

Corría el año 1987 y en aquel entonces no había ni rellenos ni copas en las marcas y modelos que yo trabajaba, hoy hubiera sido más fácil, sobre todo desde que una japonesa en 2010 decidió con gran éxito lanzar el sujetador para hombres...
-Le importa quitarse la chaqueta?
-Veamos….contorno 112 centímetros…
(El no sudaba, no estaba para nada nervioso,  mientras mi discurso interior me iba dictando qué hacer cómo sacado de un manual, “el manual de la perfecta vendedora”)
-Pecho….baje los brazos por favor, sí… 121centímetros…
-Busqué entre los modelos que tenían un contorno más amplio, que estiraban más…
-Creo que este modelo al estar forrado en la copa podría servirle, tiene poca profundidad pero el forro hace que el encaje tenga más consistencia…además es muy elástico, da bastante contorno aunque tal vez habría que añadirle uno…o dos… alargadores…

-No,-me dijo-, lo quiero forrado. Prefiero las transparencias…

Por aquel entonces había unos modelos preciosos de encaje de chantillí, tipo balconet con los tirantes de seda o satinados que resultaron ser los preferidos por este cliente  al que cada cierto tiempo apetecía comprarse un sujetador de lo más sugerente.





Es esta mujer una visionaria?