Tipos de clientes: La mirona

Su visita puede deberse a numerosas razones: hacer tiempo para que abran el colegio de los niños, a que le toque en la peluquería, en la cola de la consulta del dentista, a que llegue su cita o cualquiera que sea la razón que le coloque  en la entrada de una tienda.
Sus intenciones son claras y a veces tiene el detalle de comentarlas:
-Sólo vengo a mirar…
Pero no es cierto. Viene a pasar el rato, y depende de cómo sea ese rato si tiene mucho o poco tiempo, así te va a dar más o menos trabajo.
No se trata de la mujer que aprovecha un ratito libre para mirar lo que tienes o buscar alguna cosa que le interese y que en otro momento volverá más despacio y con más tiempo a probarse o a comprar. No. Aquella es una cliente tipo Pochola y normal, siempre bienvenida y a la que, mientras la estas atendiendo, no sientes que te está robando tu tiempo sin ninguna consideración. La mirona sí.
El cinco de enero -la noche de Reyes-, es para cualquiera que tenga un comercio o que trabaje cara al público un día de locos. Se trabaja a destajo, no se cierra a medio día y los que apenas contamos con ayuda sabemos cuándo abrimos pero no cuando cerraremos y tampoco nos preocupa porque cuanto más tarde sea ese cierre mucho mejor por que significará clientes, ventas y menos stock para las rebajas que empiezan el día 7 sea lunes , miércoles o domingo.
Entre medias sólo un día -el día de Reyes-para marcar todas las prendas que se van a vender en rebajas, con los nuevos precios, hay que sacar los saldos, stocks de otras temporadas, cambio de escaparates, colgar carteles, etc.
Son fechas de locura.
Eran las once de la noche, las ventas empezaron a descender. Tras la cabalgata siempre la afluencia de público empezaba a ser menor, pero en la calle seguía habiendo ambiente así que decidimos empezar a quitar los escaparates que habían sido engalanados con profusión de luces y unas barrocas guirnaldas. Además todas las prendas colgaban con hilos invisibles, sin maniquíes. Lo que los hizo especialmente atractivos también los hizo especialmente complicados por lo que desmontarlos llevaría su tiempo.
Hacía por lo menos veinte minutos que no había entrado nadie y esto nos sirvió para darle una buena avanzadilla a la limpieza de los escaparates. Las luces desmontadas se apilaban a un lado del suelo, un inmenso saco lleno de guirnaldas también se hallaba de por medio y el sillón decorativo estaba atestado de prendas esperando ser dobladas o colgadas en sus perchas…Un caótico escenario.

Entró una mujer como distraída...
-Buenas noches, disculpe el desorden ¿Qué desea?
-Yo… venía a ver sujetadores.
- ¿Cómo lo iba buscando? Me salí del escaparate y casi me mato con los escalones de un taburete.
-…No lo sé, no voy a comprar, sólo venía a ver… (¿A las once y media de la noche, noche de Reyes?)
- Por favor eche un vistazo a los que están colgados y si ve alguno que le interese no dude en preguntarnos.
Efectivamente su intención sólo era la de pasar el rato mientras esperaba a que la recogieran. Pasados unos largos minutos en la calle se oyó un pitido (pese a lo tarde que era)y se marchó sin decir adiós...
Tengo que reconocer que esa misma e inolvidable cliente si que regresó. Lo hizo unos meses más tarde y se probó bastantes sujetadores de su talla, una talla no muy común. En esa ocasión vino también a mirar e informarse, como confesó al terminar:
-Este me gusta. Pero sólo he venido para saber los precios, tengo que pensarme el color. Ya vendré en otra ocasión…(Pasaban veinte minutos de la hora de cierre). De nuevo, de idéntica manera, tras oírse un pitido insistente, se despidió -esta vez sí- y se fue…

Pasado el tiempo regresó de nuevo, diez minutos antes de la hora de cierre a medio día (cuando la vi aparecer instintivamente miré el reloj).
-Hola, venía a ver qué sujetadores tenéis de mi talla.
-Hola. Si, ¿De qué color lo querías?
-No lo sé, uno que me esté bien…No me lo voy a llevar ahora, es por verlos y saber qué precio tienen.
No pude evitarlo, me fui directamente al que en su día le gustó y se lo enseñé. Ya se estaba acomodando para darme otra sesión de “sala de espera”…
-La última vez que estuviste aquí después de probarte unos cuantos, el que mejor te quedaba y el que más te gustó fue este …Y le abrí la caja donde estaba el sujetador de la talla y del color que quedó en comprar la última vez que tuvo que hacer tiempo.
-¿Anda y te acuerdas? Su tono era de decepción…
- Si….-le dije en mi tono más amable- para mi negocio tengo muy buena memoria.-También te pareció muy bien el precio, pero no tenías tan claro el color ¿Te lo vas a llevar en piel o en negro?
Procuré darle a entender que estaba segura de que esta vez venía a comprarlo…
-¿También te acuerdas de eso?
-Perfectamente, es mi trabajo.
-Bueno pues… si acaso me lo pienso y veo cual me conviene más y ya vuelvo…
-Muy bien, le dije sonriendo.
Cuando estaba cerrando, la mujer seguía de pié en la acera esperando a que la recogieran…