Frikilladas.


 Hay gente para todo. No sé si siempre la hubo de manera tan evidente o es que ahora prevalecen, tal vez ahora haya otros modelos sociales para referenciarse y a mi me  resultan difíciles de admirar  por disonantes y poco armónicos como son los de las actuales reinas del hígado, mas que de corazones, por lo viscerales que resultan en sus estentóreas maneras, antes destacaban mucho, ahora están  en el repertorio de clientes que pasan por un comercio.
Algunas pese a lo disonantes, pese al rato surrealista que te hacen pasar, acaban siendo capítulos más o menos distraídos de una larga lista de anécdotas que conforman la historia de un negocio, otras llegan a provocar incidentes que te hacen pasar un rato tenso y te descubre la dimensión –o la falta de ella- de algunas personas.


No es de extrañar que para los cambios improcedentes vengan las clientes de dos en dos, me imagino que es para reforzar al que intenta descambiar y forzar al dependiente si acaso se le ocurre poner algún impedimento.
En nuestro negocio no ponemos trabas a ningún cambio que esté dentro de la lógica y el sentido común, y si algún de los dos falla por parte del cliente, tenemos hojas de reclamaciones que en 27 años  no hemos tenido que usar nunca. Esto no es tanto mérito propio como el tener la suerte de contar con una clientela bastante sensata. Mis clientas a las que yo llamo Pitrritantes  resultan algo "frikis" algunas veces, pero razonables o predispuestas a razonar.
En esta ocasión, las clientes no es que vinieran muy predispuestas para ello, algo que suele pasar cuando no te asiste la razón y tienes que acudir a la coacción, exigiendo o tratando de intimidar con las maneras y las palabras…
Se trataba de cambiar una bata de casa que se llevaron hacía dos semanas, el plazo estaba dentro de lo posible para un cambio, el inconveniente es que tenía arrancada la etiqueta y por lo arrugada y maltrecha que estaba tenía todo el aspecto de haberla rescatado de la basura…
-Mire, es que una vez arrancada la etiqueta, nos es imposible hacer un cambio ya que la etiqueta es la garantía de que….
-¡Eso es ganas de no cambiárnosla, porque tu le puedes poner otra etiqueta…!
- No mujer, eso no puede hacerse…
-¡Vaya que no! -dijo levantando mucho el tono de voz-vosotros hacéis lo que queréis…y a mi madre no le gusta esa bata y no se va a quedar con algo que no le gusta…
-¡Es que no me la voy a poner…!
Tenía yo la bata extendida encima del mostrador que me separaba de las dos mujeres que trataban de persuadirme de que hiciera un cambio inadmisible, la bata al sacarla de la bolsa me había dado la impresión de un olor raro, como a fritura, la verdad es que me tenían un poco frita, pero no era yo, era la bata.
Cuanto más trataba yo de razonarles, de decirles  y repetirles que si la bata hubiera venido con su etiqueta en perfectas condiciones no tendría ningún inconveniente en cambiársela por lo que quisieran, más me repetían que ellas no querían la bata y que tenía que, ya no sólo cambiársela, sino que además tenía que devolverles el dinero…

Cuando les señalé el cartel que bien claro expone que cualquier cambio se haría por otra prenda o un vale por el importe de la compra,empezaron a ponerse desagradables,   ya no era el problema de que la bata no venía en condiciones sino que lo que querían si o sí era  el dinero que  se habían gastado en la bata.
Yo volví al tema que nos ocupaba, la imposibilidad de cambiar algo que traía arrancada la etiqueta, algo que para ellas no era motivo suficiente para no descambiarla.

 del blog elrincondechelo.

-Vera usted, es que que lleve la etiqueta es la garantía de que no ha sido usada…
- ¡Que usada ni que leches! Mi madre se probó la bata no le gustó y la guardó…
-¿Y porqué tiró la etiqueta…?
- La tiré yo porque creía que iba a quedársela. Pero es que no le gusta y no se la va a quedar.
-Pero eso tenía que haberlo averiguado antes, no ya de quitarle la etiqueta…sino de tirarla a la basura…
-¿Y yo que iba a saber? Ella se la puso, y la bata estaba tan bonica, pero a ella no le gustó porque lleva cremallera y ella la quiera más larga y con botones. a ver si me entiendes :¡Que- no -le  -gus-ta!
- Pues si que lo siento, porque al venir sin etiqueta…
-¡No viene sin etiqueta! ¡la etiqueta está ahí!



Se me escapó un suspiro  o más bien fue  el intento de oxigenarme el cerebro y coger fuerzas, a ver si me daba argumentos más convincentes, paciencia, o templanza para reconducir aquella conversación que no iba por buen camino.
-Mire,  el estado en que viene la etiqueta es  inaceptable. No sirve como garantía de que esta prenda no haya sido usada…
-¡Pero se notaría y la bata viene perfectamente!
En ese momento, no sé qué duende del comercio me vino a visitar y se me ocurrió meter la mano en uno de los bolsillos…
Allí arrugado había un trozo de papel de cocina usado seguramente como pañuelo…
A las dos les mudó la cara. Yo lo sujete con dos dedos y se lo ofrecí.
La mujer me lo quitó y se lo guardó en el bolsillo, como seguramente era su costumbre.
-¡Eso no quiere decir nada! Eso es que cuando se la probó…

-Bueno, hasta este momento les he estado escuchando y he intentado razonar con ustedes, pero esto es una evidencia clara de que esta bata no me da las garantías para que yo pueda descambiársela de que no ha sido usada, además parece ser que la bata ha sido usada en la cocina, porque huele a fritura.
La que parecía la hija la olió, la madre no percibía los olores porque estaba resfriada  (de ahí el pañuelo) y aún intentaron rebatirme lo irrebatible…

Metí la bata en la bolsa y aún les repetí que sentía que la bata no viniera en condiciones para poder descambiársela y les hice la recomendación de que tuvieran muy en cuenta la importancia de las etiquetas en los artículos a la hora de descambiarlos…

( ¡Y de procurar no usarlos en la cocina ni meter los pañuelos usados en los bolsillos!)


Regalar a la pareja

Cuando el cliente es un hombre.

Primero me referiré al cliente majo, el que viene a comprar o a preguntar por algún artículo con el propósito de regalarlo...¿Es que pueden venir con algún otro propósito...? -Os preguntaréis-, pues ya lo creo que si! (pero eso será capítulo aparte)
De los que vienen a comprar, algunos se dejan aconsejar (tanto que a veces llaman por teléfono para pedirme que escoja algo para su mujer y mas tarde pasan a buscarlo) y otros tienen las ideas muy claras, saben lo que quieren y cómo lo quieren, se lo "suministras" y punto, dando como resultado una impecable y dinámica transacción comercial. 
Sea como sea la mayoría de las veces con los hombres la venta se produce sin problemas. 
Luego la post-venta es otra cosa, -me refiero a las devoluciones o cambios etc-...

Hay clientes más o menos vergonzosos, con más o menos desparpajo, que se desenvuelven mejor o peor con las tallas, las copas o los modelos; unos vienen informados y otros recurren a las comparaciones de las que ya hablé en otro post.
En general la venta se produce sin tiranteces ni incomodidades por ninguna de las dos partes ya que la empatía en estos casos obra milagros y no hay nada como ponerte en el lugar del comprador y que perciba que lo entiendes y que entiendes que para él no es fácil,  para que no tarde en relajarse.
En general los hombres aunque cada día compran con mayor seguridad , muchos aún se conducen a la hora de elegir un regalo para una mujer, como si se encontraran muy desorientados, como perdidos, como si les costara "triangular" entre lo que les gusta, lo que le gustaría a su pareja y lo que realmente le quedaría bien.
Si alguien inventara un Gps que indicara cómo llegar al regalo adecuado seguro que se forraba .


El despistado


A lo largo de los años en muchas ocasiones ha sucedido que algún  caballero viene a comprar para regalar dos conjuntos de ropa interior de dos tallas muy diferentes, de dos estilos muy distintos y luego a la hora de entregarlos se hace un lío y  tengo que enfrentarme a la ira de una mujer conocida (cliente habitual) que no entiende cómo he estado tan desatinada al venderle a su marido semejante conjunto sabiendo que ella los usa específicamente de una marca y de un estilo muy concreto y encima se lo he vendido dos o tres tallas menos de arriba y de abajo…
 Si la cliente está totalmente ignorante del engaño de su marido, normalmente esas situaciones se neutralizan rápido, tras pedirle mil disculpas por la torpeza, o recurrir a la mentira piadosa de que ese día yo no estaba y su marido fue atendido por alguien nuevo que no le conocía.
Poco después y sin mucha demora suele venir la otra mujer obsequiada, que son las que me suelen provocar verdaderos sobresaltos y sorpresas, -el sexo desde luego promueve extraños compañeros de cama-…y aún es más chocante cuando lejos de ser extraños para mi, son personas conocidas  o entre ellos muy cercanas.
Algunas veces te pillan por sorpresa y entonces tienes que recurrir a toda la profesionalidad de la que dispongas para que la situación no termine por enrarecerse o degenerar.
Una vez incluso tuvimos simultáneamente que atender a las dos mujeres que conocidas entre si, se ayudaron una a la otra con opiniones y consejos de cual modelo escoger, o por qué artículo descambiar el fiasco de regalo recibido...del hombre que compartían. 
Curiosamente de las mujeres que tomamos parte en esa anécdota, dos participábamos del secreto pero allí la única que estaba apurada, nerviosa e incómoda era yo!

Lunes sangriento

Esta anécdota no me ha ocurrido a mí, sino a una colega que tras haberlo vivido en directo me llamó para desahogarse y contármelo. Con su permiso voy a relatarlo  porque es un episodio que corrobora la capacidad infinita para sorprendernos que tienen nuestros clientes…
Por lo visto a última hora de la mañana del lunes una señora entró en la tienda de mi colega con la intención de probarse algunos sujetadores y con el propósito de adquirir uno, la señora venía con una mano casi inutilizada, completamente vendada por culpa de unos puntos de sutura que habían tenido que darle en el centro de salud, porque al cortar verdura, entre las zanahorias también se cortó un dedo y el corte había sido serio.
La señora trabajaba como cocinera en la cocina de un comedor infantil y como le habían dado de baja (había ocurrido a primera hora de esa mañana) y tenía el resto de la mañana libre pues aprovechó para irse de compras y olvidar así el mal rato.
La mujer con sólo una mano apenas podía manejarse y aún así no quiso que mi colega le ayudase ni a desvestirse ni a abrocharse los sujetadores en el probador, se metió cuatro en total, de los cuales como tres le quedaban bien el cuarto ya no tuvo ganas de probárselo…

Cuando salió del probador  escandalizada de los precios que ponían en las etiquetas y dejó las prendas encima del mostrador, mi compañera se dio cuenta de que los tres estaban impregnados de sangre.
-Oish! -Dijo la clienta -Y eso…?
Mi colega no acertaba a articular palabra y señalando la mano vendada de la señora atinó a decirle que parecía que la herida se le había abierto…
Mi colega iba de una prenda manchada a otra a cual mas manchada sin dar crédito a lo que estaba viendo… es fácil de imaginar la impresión de ver los encajes teñidos de rojo.
Cuando mi colega le pregunto sobre qué pensaba hacer La cliente le aseguró que no pensaba llevarse ninguno porque los encontraba carísimos y que cómo mucho se llevaría el más barato…
-¿Y yo que hago con estos? le preguntó mi colega
-Pues los lavas o que te los pague el seguro...
-No, mire…son prendas muy delicadas y no…
-Delicada estoy yo! Cóbrame si quieres este y si no… ninguno, que me voy para urgencias.
Y le pagó uno y se fue y mi colega no pudo ni protestar…

La colleja



Tengo que encontrar tiempo para recuperar en esta que quiere ser mi memoria virtual, algunas de las anécdotas más estrambóticas que he podido vivir como vendedora. Entre el cambio de temporada y un proyecto que tengo entre manos apenas me da tiempo para escribir las anécdotas que se van sucediendo  en presente:  “las quisicosas del día”.
Hoy quiero escribir esta para que no se me olvide. 



La ha protagonizado Doña Carolita, -que hasta el nombre lo tiene descriptivo-. Esta mujer es, como dirían en Granada -ciudad de donde es oriunda doña Carolita- una "colleja".
Para quien no sepa lo que significa colleja, a parte del pescozón en la nuca y una  planta que se puede cocinar, los granadinos la usan como adjetivo para calificar a una persona singular. Me parece que repipi es un término que se le acerca, pero colleja le encaja mucho más a esta señora.

Doña Carolita debe de rondar los ochenta años, se viste  con estampados de llamativas flores, lleva sus cuatro mal contados  pelos tintados de rojo panocha y los labios y los dientes  siempre de color rojo carmesí, como padece párkinson y debe pintarse ella misma digamos que el trazado de la boca es algo desigual. Sé por lo que me cuenta que es soltera y dice vivir con una sobrina que yo no he visto jamás, a la que le echa la culpa de todo: si compra unas coulottes rosa fucsia y le gustan, viene doña Carolita a por otras porque dice que las anteriores se las quedó su sobrina, pero igualmente si hierra en lo que escoge dice que  le manda la sobrina a cambiarlo y cuenta lo mucho que la regaña su sobrina al equivocarse en su elección.
Tal es el caso que origina esta anécdota.
La semana pasada doña Carolita vino dos veces a comprar, una a por braguitas y la segunda, la de repetición, aprovechó que teníamos en rebajas unas "batitas muy fresquitas y bien de precio”, siempre en todo le gusta llevar la talla mediana y aunque yo le daría una mayor, es raro que se deje convencer. 
Como se trataba de unas batas sencillas cruzadas el tema de la talla era más llevadero así que como ella quiso se llevó la que nos quedaba en talla M.




Esta mañana, para empezar la semana ha aparecido doña Carolita con su temblor si cabe más acusado, toda nerviosa porque su sobrina la había regañado mucho por la compra de la bata ya que no se la probó y parece ser que le estaba muy justa.
- Ningún problema -le he dicho- usted me la trae y se la cambio por la talla mayor o por la que usted quiera.
- Es que mi sobrina además me ha dicho que es muy sosa y que tenía que habérmela comprado de flores o estampada con colores.
(Las flores y doña Carolita…) 
-No se preocupe usted, traiga la bata y se la cambio por lo que usted quiera…
- Si es que mi sobrina lleva razón me la tenía que haber probado…¡que torpe  estoy!
- No diga eso, las tallas cambian de un fabricante a otro y hay veces que esa talla le gusta como le queda y hay otras que…(me interrumpe quejosa todo el tiempo)  
-Yo también le dije a mi sobrina que no tenía que haberla tocado

(Aquí la interrumpí yo)

 -Mire doña Carolita, yo le puedo cambiar una bata siempre y cuando venga en perfectas e idénticas condiciones a como salió de mi tienda.
 -Bueno, si "casi" está igual…
 - Si le han tocado lo que sea a la prenda no voy a poder cambiársela…
-Ya me dijo mi sobrina que tenía que habérmela probado...
  -Eso ya da igual, yo si usted se ha llevado algo que luego no le satisface sabe que se lo cambio sin problema siempre y cuando lo que me trae devuelta venga con su etiqueta yen perfectas condiciones, todo idéntico a como yo se la vendí
-Menos las braguitas que por higiene no las cambias…
-Eso es!
Al final y para acortar, ella parece haber entendido que sea lo que sea lo que “su sobrina invisible “le hizo a la bata, impide el cambio o devolución, y aún me insistió una vez más en que  la bata estaba prácticamente igual.


La verdad es que no tengo ni idea qué le han podido modificar a una prenda tan básica como es una bata de verano manga corta cruzada  que se cierra anudando un cinturón, pero la intuición, la experiencia y la prudencia me dictaron que no preguntara para no verme sorprendida por argumentaciones del tipo "si-pero-no-que-yo-que-se-pero-mira-que-te-diga..." que se escapan seguro a la lógica y al normal razonamiento.



Adiós síndrome postvacacional

Tras las vacaciones de verano, la vuelta a casa  coincide con el regreso al trabajo porque son tan cortas que  solemos apurarlas al máximo.
Lo que más me cuesta de todo  –si ignoramos las dos toneladas de ropa por lavar y planchar- es  el reencuentro con mis Pititas y Pitirritantes.
Con las otras clientes, las Pocholas, da gusto reencontrarse, ellas como siempre, encantadoras, me hacen saber que han notado mi ausencia, pero te lo dicen  de un modo que casi te hace sentir que tu labor es importante. Si en algún momento dicen haberme necesitado,  han esperado a mi regreso para comprar lo que en su momento quisieron adquirir pero se encontraron con el cartel de “cerrado por vacaciones”. Son un amor, por ellas da gusto volver y ellas le dan sentido a este trabajo mío cada día más exento de gestos amables.

También me encuentro con aquellas que han visto  también el cartel explicando que he cerrado durante 10 días y vienen a “echarme en cara” a su manera más o menos particular el que me haya tomado esos días:

-Vaya eh??? ¡Ya era hora! ¡Menudas vacaciones!¡Y luego os quejáis de que hay crisis….!
O...
-¡Pero qué buena vida te pegas! (juro que no sé en qué se basa esta señora para decir tal cosa…) ¿Ya has vuelto? ¿Cuánto has cerrado…? ¿todo el mes?
-No, que va…sólo diez días...
-¡Diez días! ¡Vaya!, No te quejaras, eh?…
O también...
-¿Has estado de vacaciones? ¡Di que sí!…¡Que tu también “tienes derecho”…!
-....

Hace casi 30 años que durante los primeros días después del regreso, se van sucediendo frases como estas, da lo mismo que cierre una semana o quince días, a cada vuelta de vacaciones, he de pasar por ello. 
He de admitir que al principio, por joven y por exceso de celo, lograban hacerme sentir hasta un poco culpable, pero con el tiempo me he dado cuenta de que en realidad no es nada personal, ya que lo mismo con lo que capeo yo, capean todas mis colegas, las mismas frases, los mismos tonos de voz como de reproche, resuenan cada septiembre en las paredes de muchos reabiertos comercios dentro y fuera de la frontera de nuestro barrio.


Lo que más me sorprende es que muchas de las que  "echan en cara” que un comercio" se permita" el cerrar unos días para descansar, tienen muchísimas más vacaciones que las que pueda permitirme yo o cualquiera de los comerciantes de mi zona. Algunas de ellas ya han venido a comentarme las “regañinas” estoicamente soportadas a las Pitirritantes que solemos compartir y cuyo repertorio parece ser el mismo para todas las que hemos osado irnos de vacaciones, sobre todo este año en el que se suponía que la crisis nos iba a obligar a estar al pié del mostrador a 40º centígrados, entrara público o no, se vendiera o no…
La de este año, la arenga más peculiar, con diferencia, se produjo el primer día, lunes, apenas una hora después de abrir,  cuando aún no tenía siquiera la sensación de haber aterrizado:
(Sin tan siquiera un buenos días, así...a saco...)

-¡Llevo quince días viniendo todos los días a ver si abrías!
-Mujer si sólo he estado cerrada diez días, la mitad era feria y en el cartel ponía que regresaba el día 1…
 -Ya, pero era por si venías antes…(¿¿¡¡…!!??) Es que  le he visto a mi prima una batita playera muy mona con la hombrera ancha para tapar el pedazo de tirante que llevan los sujetadores que te compro,-la señora tiene mucho pecho y le gustan así-, la "bata" que te digo era como de rayas roja, blanca y azul,  y estaba pendiente para ver si te quedaba alguna que no me la fueras a vender…¿sabes la que te digo?
-Sí, se la playera que me dice,  pero esa no llegó a las rebajas, se agotaron antes…
-¿Ves? ¡Sabía yo que me la venderías! tenía que haber madrugado más…

No, no te has saltado ningún renglón en el dialogo, ni yo me he comido ningún párrafo al transcribir literalmente la conversación. Hay veces que en semejantes situaciones (o en situaciones semejantes) pareciera como si entre la cliente y yo hubiera “mala cobertura” o algún campo magnético  atrapara parte de la conversación  produciéndose  argumentaciones paralelas que acaban pareciendo casi un diálogo de besugos…y sin casi.

-Lo que yo quiero decir es que esas batas se vendieron mucho antes de irme siquiera de vacaciones, antes incluso de empezar las rebajas allá por el mes de julio…
-Yo se la vi a mi prima en un viaje que hicimos hace poco a Canarias y me dijo que se la había comprado aquí…
-Si, seguro, pero antes de las rebajas…
-Por eso yo he venido estos días a ver si te daba por abrir…
(Opto  por callar)
-…Pero no. Se ve que te han ido muy bien las vacaciones y que no tenéis necesidad de vender ¡Tanto que os quejáis!

Algunas clientes, por su actitud y por sus comentarios, parecen no haber disfrutado de vacaciones, o tal vez son ellas las que sufren de síndrome postvacacional...
Pero... pensándolo bien... encontrarme a mis Pitirritantes contrariadas e importunadas con mi cierre por vacaciones es mucho mejor que el que no se hubieran dado cuenta de que la tienda había estado cerrada…(¡Hay que ejercitar el pensamiento positivo!)




La faja: Renovarse o morir


Colección novia Passionata

Hace calor...mucho... y la gente sigue empeñada en casarse en agosto...en agosto y a las 6 de la tarde! Con el sol como testigo derritiendo el asfalto y el maquillaje, haciendo brillar los bigotillos y los escotes palabra de honor morenitos .

Ellos con corbata y chaqueta ellas con sus mejores galas, algunas –las más allegadas- estrenando vestido y otras aprovechando los de otras ceremonias, casi si respirar y rogando para no coincidir con quienes ya estuvieron en festejos anteriores y si acaso estrenando…la faja.




La faja tiene feo hasta el nombre, pero los publicistas saben que todas las mujeres nos vemos gordas y la faja es una prenda que han vuelto a poner de moda marcas conocidas a fuerza de presentarlas en cuerpos esculturales y de nuevo han conseguido con la magia de la publicidad, que todas creamos que nuestros michelines -los que existen de verdad  y los que no- van a desaparecer como por encanto sin dieta ni ejercicio y sin sufrir ni un poquitín.




Los modelos de fajas y las modelos de fajas.

Silueta Secrets de Janira

Estas prendas milagro inundan revistas y los escaparates con los cuerpos enfajados de la Bar Refaelli para Passionata con  el modelo Glamour Chic, o a Anne Igarteburu con la Silueta Secrets para Janira (que maldita falta les hace a ninguna la faja pero desde su pedestal de diosas seducen con sus sonrisas a las que quieren entrar en vestidos guardados en el armario un quinquenio y compensar los cuatro dedos que le faltan para cerrar la cremallera a fuerza de embutir lorzas y michelines  de la misma manera que esas mujeres perfectas.


Las fajas remasterizadas de hoy -cada marca tiene la suya-,nada tienen que ver con aquellas nietas legítimas del corsé.
Estas son blanditas, sin ballenas y entran con bastante más facilidad que aquellas y hasta se puede respirar y todo cuando una se la pone.

Recuerdo la coraza de mi madre (una mujer menudita) recién duchada nos llamaba a mi hermano pequeño y a mí para que la ayudáramos a meterse en la faja y meterla en aquello era como vestirla de torero, era de la marca Warners (la fabricaba en España Vives Vidal S.A.) y entonces no existían ni lycras ni microfibras y eran de pura goma, creo que eran lo más parecido a un traje de neopreno pero color carne y con encaje.
Ni la de entonces ni las de ahora hacen milagros. Sí que es verdad que unas y otras estilizan la figura y esos michelines ganados con la edad y el sedentarismo quedan bastante más matizados cuando se usa, pero la faja la de ayer y la de hoy estiliza y modela, ni cincela ni esculpe. 


Lo malo es  pretender  meterse en una faja una o dos tallas menos de la que corresponde (y pretender seguir respirando) para recobrar las dos tallas de menos del vestido que se pretende rescatar del fondo del armario y  eso ni con la yesoterapia.

Yesoterapia para perder volumen

-Mira me han hablado de una braga-faja alta…
-Si, aquí la tiene..
-Y esto no se dobla?
-Y esto no se enrolla?
-Y esto aprieta?
-Y esto sirve para algo?
-Yo es que quiero una faja que me meta bastante pero sin apretar ( ya estamos con la carta a los Reyes Magos)
-A mi me gustaría esto mismo pero mas ..bajo…largo…corto…fuerte …suave… claro.. oscuro…
-Y si me pongo una talla menos?
-Pues entonces le apretará, se le enrollará, se le bajará y terminará por reventarle las costuras de la faja y del vestido…(¿y si -además de la faja- se compra un vestido de su talla?)



Sea como fuere la faja braga alta ha sido la prenda estrella de este año, (aunque ya lleva varios en el mercado pero este año ha sido el boom) y como reza cierto anuncio de una pomada de usso muy particular…la faja –otra vez-, es algo que sin importar la edad, ni el volumen, la gran mayoría de mujeres este verano, la están  sufriendo en silencio.


Me huele a chamusquina


A principio de temporada se vendió un bañador a una señora mayor, que un mes después  casi recién empezado el verano vino con una seria tara en dicha prenda.

En la zona del vientre, el bañador había perdido toda la lycra, y lo había hecho de una forma anómala y curiosa:  se había quedado como “pelado” casi transparente toda la zona del vientre y la barriga y como en casi un perfecto círculo, la lycra aparecía como si fuera una suerte de pelusilla como puntitos de gomilla. Algo bastante extraño. 
Al habla con el fabricante, me rogó que le tomara la prenda a la señora para mandarla al laboratorio y hacer una serie de pruebas  y es que desde que no se cambia el agua de las piscinas sino que se trata con productos químicos super abrasivos y desde la invención de los populares Aquaparks, ya los fabricantes se andan con mucha cautela a la hora de admitir un bañador tarado, muchos fabricantes se desentienden o no se complican la vida, pero otros de nivel alto se preocupan por su producto y su imagen e investigan, aunque suelen ser los menos debido al mal uso generalizado que se hace de estas prendas tan sometidas a desgaste, agentes químicos y ambientales y el poco o nulo cuidado que se les da.

Pero claro, la señora me juraba que no se había bañado en piscina alguna y no me la imaginaba yo tampoco lanzándose de barriga por esos toboganes de los parques acuáticos (he visto culeras de bikinis con un pelado parecido por estas prácticas tan divertidas)
Así que admití el bañador y prometí a la señora darle una pronta respuesta  sobre el enigma de tan raro desgaste…







Misterio resuelto.


Según las pruebas del laboratorio que envió el fabricante, tras ser sometida a diversas pruebas la Lycra del bañador, dio restos de grasas animales, carbón vegetal y otra serie de símbolos que no supe descifrar, todo ello viene a explicar que esta señora suele hacer barbacoas con el bañador puesto. La señora tiene un vientre prominente y claro se debe acercar bastante a las brasas, le salta la grasilla de lo que cocina y se le queman las gomillas del bañador…

¡Ha tenido suerte de no salir ella también chamuscada!

Sobre fabulas, crisis y consumo


Ya apenas se recuerda como empezó, pero hubo un tiempo en que el comercio y la industria vivió un cuento de hadas, que se acabó convirtiendo en el ya popular "Pedro y el lobo" que proviene de una fábula de Esopo : “El pastor y el lobo".
El caso es que como en el cuento, el lobo de la crisis llegó y nos pilló a todos con los armarios llenos.
Y aunque muchos se obstinaban en negarlo, el lobo había llegado para quedarse, sigiloso al principio, fue a partir del 2012 cuando los consumidores se asustaron de verdad y parecieron espantarse.
El lobo ya estaba aquí y venía con hambre atrasada así que ni un cordero estaría a salvo, y la carnicería empezó a notarse según los sectores con más o menos crudeza.
En el comercio de proximidad aunque las compras ya no eran tan sustanciosas la actitud de los clientes, seguía siendo correcta y razonable. Mi negocio, dirigido a mujeres con una trayectoria impecable de casi 30 años, también había notado cómo se habían vuelto muchas de ellas filosóficas y se debatían entre el ser o no ser y los cada vez más habituales “lo pensaré…” y se empezó a oír por doquier una nueva y funesta letanía: “en realidad no lo necesito”.

Otras muchas clientes tal vez por culpa de la ansiedad que les había llevado a la bulimia, tal vez porque con los recortes ya no daba para ir al gimnasio, justificaban el tener que adelgazar para prorrogar la compra del bikini.
Y un nuevo tipo de cliente se iba perfilando y muchas de las compradoras más asiduas pasaron de consumir a consumirse en un quiero y no puedo que las hacía sentirse frustradas y como resentidas y empezaron a llenarse las tiendas de peticiones imposibles.
Desde entonces comprar algo, cualquier cosa, tenía que superar rigurosos exámenes de calidad e idoneidad.
Se tratara del artículo que se tratara tenía que satisfacer tantas expectativas, pasar por un control tan exhaustivo, que era imposible cubrirlas todas y empezó a dar igual lo bonitos que tuviéramos los escaparates o lo bien surtidas que estuvieran nuestras repisas y nuestros percheros. ¡Nunca era suficiente!

Si pedían un sujetador que se fabricaba en 6 colores y solo -¿solo?- constaba el stock de 5 colores, siempre acababan queriendo el color que no había aunque fuera un color boñiga de vaca horrendo, o si el sujetador tenía la posibilidad de conjunto con 5 modelos distintos de bragas y en la tienda faltaba únicamente la talla XXL de la tanga hilo dental, justo esa era y no las otras la que querían comprar aunque la señora pesara 45 kilos, pero es que “le gustaba que le tapase bastante…”

Para muestra un botón:

Una mañana una señora iba buscando “EL PIJAMA” no un pijama, no, EL PIJAMA.
-Qué mono….!(Señalando un pijama de algodón con corte masculino)Es de algodón 100 x100 o tiene mezcla?
-100 % algodón mercerizado…es una maravilla.
-Si, está abierto por delante pero tiene cuello y eso no acaba de gustarme…
-Tiene bolsillos….
-Si dos, es la gracia del pijama (acababa de irse sin comprarlo una señora precisamente por que no le gustaban los pijamas con bolsillos)
-No si me gustan los bolsillos, sin bolsillos no “me apaño”…
-Si, son muy prácticos (¿?)
-Parece que tiene las “costuricas” planas…..Sólo lo tenéis en este color?
- Además de rosa está en celeste, crudo y negro.
-No, de llevármelo me lo llevaría en rosa porque celeste ya tengo, el negro es muy oscuro (¿¿….??) y el crudo muy sucio (¡¡….!!).
-Tendrás la talla 46?
-de la 42 a la 50
-Parece que no da mucha talla…el pantalón tiene goma o es de cordoncillo?
-Tiene cinturilla de goma pero muy suave.
-Es que a mi todo me aprieta.
-(A mi últimamente las que me aprietan son las clientes) no, mire que elástico es.
-Si la verdad es que parece que si. Y tendrá bastante tiro?
-(A estas alturas yo me pegaría uno) ¿Quiere probárselo a ver cómo le queda?
-Si que me lo voy a probar si, que en la percha se ve muy bonito pero lo mismo luego no queda bien…
-Si, ya verá que bien le queda, tiene un patrón que sienta muy bien. (¿Cuántas veces dice un comerciante esta frase en su vida?)
Se lo probó en tres de los cuatro colores, en “el sucio” y el negro oscuro también y tras un buen rato en el probador... ¡no se llevó ninguno porque se había dado cuenta de que no traía botón de cortesía! (un fallo imperdonable del fabricante) y si se le perdía alguno, luego tendría que cambiarlos todos y eso “le daba muchísima rabia…”

Con la crisis y la inseguridad económica reinante, los consumidores (por denominar de algún modo) se habían vuelto exigentes en exceso, tenían de todo y en cantidad y en poco tiempo se pasó de comprar “porque sí” a no comprar “porque no”. Y hasta los mejores clientes, los que tenían una posición acomodada y segura, habían pasado de comprar fluidamente a comprar al principio “poquito pero bueno” y enseguida a comprar “poquito y barato” y habían terminando por no comprar.
Las calles empezaron a quedarse desiertas, incluso de ruidos, y las tiendas llenas de mercancía a rebosar -esto también ha cambiado con la crisis-, pero cada vez más y más vacías de clientes hasta tal punto que da pena ver a las dependientas deambular por los stands, casi letárgicas.
No se ven bolsas por las calles, la gente no sale por no gastar y si acaso alguna sale es o para comprar lo estrictamente necesario o para mariposear de tienda en tienda con sus peticiones cada vez más imposibles y entre estas se encuentra algunas que empezaron a sufrir una especie de hiriente incontinencia verbal.
Estas últimas apenas asoman por la puerta –con la temporada recién recibida-, preguntando si ya tienen rebajas, todo les parece poco, feo o carísimo y si compran algo amenazan con devolverlo porque sospechan que cuando lleguen a casa van a cambiar de opinión (y no pocas veces cumplen su amenaza)

La voracidad de este lobo ha originado que vender haya pasado de ser un trabajo agradable a una lucha por la supervivencia de los comercios, una variedad de lucha cuerpo a cuerpo, una suerte de un pulso dialéctico en donde el vendedor siempre lleva las de perder ( la venta, el cliente, la alegría) con las inevitables presiones, si la prenda llega a la caja. Desertadas las mejores clientes quedaron pocas y rabiosas para defender la temporada y cuando digo “defender” es que cada venta se convierte casi en un ejercicio dialéctico de defensa personal.

-En cuanto me lo vas a dejar? ……-Esto en qué se queda?....-Cuanto le vas a quitar? Mira que estamos en crisis!

Así las cosas, la temporada a parte de corta había sido dura como ninguna. En marzo, abril o mayo los comercios que tuvieron suerte solo vendieron lo estrictamente necesario para subsistir.
Y llegó el sol y las marquesinas de todas las paradas de autobús y las playas se llenaron de Bikinis Hechos y Maltrechos a 4,95€  la pieza y los comerciantes empezaron a ponerse nerviosos y a lanzar campañas encubiertas de rebajas adelantadas.
15 días antes de la noticia del telediario sobre las rebajas, las clientas más radicales amenazaban en cada compra:
-Si las rebajas ya están ahí.
-Mira luego me va a dar mucha rabia ver que lo que me llevo ahora “lo das” a la mitad…
-No mujer, hoy es 15 de junio… este modelo no llega a las rebajas ¿ No ve lo bien que le sienta, la calidad que tiene y el precio tan estupendo?
-Si, si pero dentro de nada a la mitad, ya lo verás y entonces me voy a enfadar...
La semana anterior a las rebajas, la última de Junio tuvimos mucho trabajo y pocas ventas, las tiendas parecían animarse, colas en los probadores de clientas que querían probarse el bañador a por el que vendrían en cuanto se colgase el letrero de “rebajas” al lunes siguiente.
-¿A qué hora abrís el lunes?

Daba igual que a las clientes e incluso a las caras conocidas se les propusiera hacerles un descuento por anticipado, ellas estaban seguras de que el lunes al abrir todo y en todas partes bajaría su precio a la mitad.
Y en las colas se oía:
-En algunas tiendas hasta el 70% de descuento van a hacer.
-Si es que están asfixiados los pobres…
-Si hija pero a río revuelto…ganancia de pescadores….
Las fábulas de Esopo, son breves historias con moraleja. La moraleja de esta historia aún le estamos depurando...

Truco o trato

Hemos tenido que esperar a Julio para que las ventas volvieran a normalizarse, los últimos meses estaban tan ralentizadas que casi he tenido que hacer inventario para no olvidar las tallas y modelos que tenía en las estaterías en cuanto a sujetadores se refiere, que es -con diferencia- lo más complicado de vender, porque el ordenador está muy bien para localizar una talla, pero el verdadero truco para poder vender corsetería es memorizar los modelos y conocerlos bien para poder dar a cada clienta el que de verdad le vaya a sentar bien y aunque las tallas son importantes aún lo es más el saber cada detalle: si tienen varillas laterales, por ejemplo, o el número de corchetes con que cierran o la altura exacta del escote o la espaldilla, o hasta la forma de pecho que hace cada modelo, porque cada vez las mujeres tenemos más claro qué queremos ponernos exactamente debajo de cada ropa y el efecto que queremos conseguir con la prenda que nos pongamos: pechos más redondeados o separados o juntos o altos o bajos, sisas más o menos escotadas y espaldillas que recojan “mollitas” de diferentes calibres.

Ayuda mucho saberte los colores y hasta los tonos, porque no es lo mismo un visón que un argile o un rata o un color piel (que además cambia según la marca) que un arena o un maquillaje…y lo dejo aquí para no extenderme demasiado.

Bueno, pues lo dicho, que por mor de las rebajas las ventas se han espabilado y con ellas nuestras espabiladas Pititas y las temibles Pitirritantes han vuelto si cabe, con más fuerza.

A las dos semanas de que empezaran las rebajas  volvió a visitarnos una de nuestras asiduas "visitantes" a la que he estado viendo revolotear alrededor del estampado floral de un vestido desde que comenzara la temporada de primavera–verano y varias veces desde que el día primero de julio empezaran las rebajas a preguntarme siempre lo mismo:
-Has puesto ya las rebajas?( la primera vez que me formuló la pregunta fue en el mes de mayo)

Cuando por fin el primer día de julio consiguió la “respuesta acertada” se aproximó reticente a su codiciado playero y –como era de esperar- le pareció que el descuento era insuficiente

-¿Sólo le haces un 20%?¿Eso qué rebaja es?
-….
 
(Aquí es donde la miro con cara insulsa y sonrío sin que se me note que me estoy mordiendo la lengua)

Como quiera que el vestido en cuestión ha ido y venido en dos ocasiones y entre medias hice una repetición, cuando la Pitita que nos ocupa calculó que andaría por la segunda rebaja volvió a asomar por la puerta…

-¿Has empezado ya con el 50 por ciento?
-Buenos, días.  
Si, tenemos muchas cosas a mitad de precio, sujetadores, braguitas… bikinis de la temporada anterior…

-¿No. E
l vestido. El de las flores lilas... “a cómo lo tienes” ahora?

Por un momento me ha recordado cuando en la pescadería se  produce la misma conversación entre la señora que me precede y el pescadero hablando de las sardinas o de los jureles…

Salgo del mostrador hacia el perchero donde se encuentran colgados los vestidos playeros y me corta el paso adelantándose y casi arrancándolo del perchero me lo agita delante como una bandera y lo tira encima del mostrador.

La etiqueta claramente dice el precio anterior y el actual con la rebaja del 20% pero yo -como ella- le hago caso omiso a la etiqueta y con gran concentración me pongo a meter el código en el ordenador despacito, como si me costara teclear y voy leyendo en voz alta...

-Antes :37,45€ , ahora …
-A ver…(dice ella impaciente, 
con el habitual tono de estas conversaciones que suena a reto)
-Ahora...¡ 29,95€! Se queda muy bien de precio...
-¡Ya estamos…! ¡Así no hay manera de hacer tratos contigo!¿Cuánto le has quitado esta vez?
-(Lo mismo que la semana anterior y que la otra) Tiene una rebaja del 20 %
-¿Todavíaaaaa? ¡Vamos...vamos…! ¡Esto ya tenía que estar por lo menos, por lo menos... a mitad de precio…!
Y mientras se produce el tira y afloja unidireccional, se prueba el vestido encima de su camiseta y su pantalón enfrente de un espejo de cuerpo entero, porque el probador está ocupado…
-Pues no, lo siento…
-¡Venga ya…! Si no se lo han llevado ya es que no se lo van a llevar…
-Bueno, aún queda mucho verano…
 (No me escucha)

-Ya tenías que ponerlo al 50%, porque por ese precio no lo vas a vender…
(Estamos hablando de 29,95€ en un vestido de algodón y viscosa de una marca reconocida)

-Si lo que busca es algo a mitad de precio…tenemos unos vestidos de la temporada pasada…
-Esos no me gustan.
-Pues, si que lo siento…
A esta Pitirritante recalcitrante, aún le falta por sacar lo mejor de si misma…

Frente al espejo, con el vestido sobre su ropa mueve los hombros y se tira de la sisa…

-Mira, además no queda bien…Y le propina unos buenos tirones a la pobre prenda que me hacen disimular un suspiro...
-Tiene como la costura rara…esta me tira más que la otra…

Me voy para ella y pidiéndole permiso le paso los dedos por encima de la costura por debajo de la axila la miro al detalle y no veo nada mal cosido, ni siquiera un hilo suelto, pero efectivamente una sisa le quedaba rara, como más corta…

Al mirarla por detrás me percato de un detalle…

Con suavidad le pongo las manos en ambos hombros y en uno lleva una hombrera bastante esponjosa y en cambio en el otro hombro…no.

-Si…, es que tengo un hombro más alto que otro y así lo disimulo…(explicación no pedida…culpabilidad manifiesta)

-Anda, pues es un truco muy bueno…-acierto a decir-.
- A lo mejor por eso la sisa queda rara…- me dice ahora, como quien se acaba de caer del guindo.
-Si, era eso…ahora lo entiendo…
-Pero me la tenías que poner más barata porque le voy a tener que poner la hombrera y estas hombreras salen muy caras porque son forradas.
(¿Cuánto, tres euros el par?¿Y yo qué culpa tengo de que la mujer no tenga los hombros parejos?)

En esto sale del probador la clienta que hacía un buen rato se estaba probando bikinis, una Pochola de toda la vida que, concentrada en hombros hombreras y regateos casi he olvidado que había entrado al probador, menos mal que se que le gusta tomarse su tiempo y que la deje a su aire...
Al salir se queda mirando a la del vestido de arriba abajo…
 -Es precioso...y queda monísimo
Estoy segura de que lo dijo para echarme un capote porque la pobre parecía un espantapájaros  con el vestido de flores encima del pantalón y de la camisa
-¿Te queda otro?
-No, sólo queda ese... 
-Pues me espero y me lo pruebo, no tengo prisa...


Mientras la del vestido se lo quitaba nerviosa insistía:
-No, si me lo voy a quedar pero tenías que dejármelo mas barato, ya has visto que no me quedaba bien…

Se saca el vestido por los pies, arrugado hecho un guiñapo me lo tiende.
Le cojo el vestido, le doy la vuelta despacio para ponerlo del derecho, no quiero mirar a la otra clienta porque siento cómo me mira atónita.
La Pochola, convertida en mi aliada,-de la que ya no me cabe duda que ha estado escuchando toda la conversación- presiona:
-¿A como sale ahora ese vestido?
-Muy caro -dice la Pitirritante…
-A 29,95€. Tiene un 20% de descuento, le contesto yo.
-¡Uy caro, dice! ¿Te lo vas a llevar?
-Qué remedio…
-¿En efectivo o con tarjeta?
-¡Pues es una pena que no te quede otro! ¡Si lo llego a ver antes…!

En silencio y mohína al final la primera cliente se marcha con “su vestido” y “mi precio” y procedo a cobrarle a mi Pochola los bikinis que me indica. La suya ha sido una venta, como de costumbre, fácil ágil y sin contratiempos. 

Al devolverle el cambio me dice como pensando en voz alta:

-No me explico el aguante que tenéis.