Crédito y confianza 2ª parte: Carta a morosa (sin acritud).

En nuestra anterior entrada hablábamos de clientes habituales a las que confiadamente se les concede, en los comercios de proximidad, cierto "crédito".
Como en todas partes existen las cumplidoras y "las otras"' las que no lo son tanto y las que, al final, no lo son nada, que son de las que quiero comentar su proceder.
Para las cumplidoras, las de plena confianza, las clientes que más aprecio, una nota de sincero agradecimiento por su formalidad, su puntualidad y su fidelidad. Con este tipo de clientes la confianza es un camino de dos direcciones.
Pero  a veces esos caminos bidireccionales acaban en callejones sin salida o se convierten en tortuosos senderos..
Es esta, la de intentar cobrar cuentas pendientes, la parte más ingrata de nuestro trabajo: la de recaudador.
Cuando una cliente falla, normalmente dejamos pasar un tiempo antes de recurrir al teléfono o al correo para intentar cobrar las cuentas pendientes.
Descolgar el teléfono para recordarle a alguien su deuda,  no resulta fácil nunca, porque cuando pasado ese tiempo  “de gracia”  una se decide a llamar, lo que se suele encontrar al otro lado -si no ha sido un olvido o un descuido-, es, en la mayoría de los casos, una cliente que, al reclamarle su deuda, se muestra ofendida, uses la fórmula que uses,  por cordial y comprensiva que quieras mostrarte, lo más seguro es que te encuentres con que te despidan con cajas destempladas…y tu caja seguirá vacía y sin esperanza de cobrar pronto esa deuda.
En el mejor de los casos si existe esperanza de cobrar, sabes que la áspera conversación y su tono seguirá en directo, con lo que tienes la adrenalina corriéndote por el cuerpo  y activándose cada vez que recuerdas el episodio…hasta que se diluye en tu sangre y en tu memoria, pero nunca te acostumbras, aunque con los años cada vez ocurra menos  porque depuras mucho la clientela de la que te fías, pero siempre hay algún caso que antes o después o bien porque cambian sus circunstancias o bien porque casi son profesionales de la trampa, acaban por defraudarte.
Para no hacerlo muy largo, -ya que el tema da para mucho-, lo dosificaré y en próximas entradas escribiré de las que eran puntuales y se vuelven morosas por diferentes circunstancias...o de la que intenta hacerte creer que ya saldó su deuda...entre otras variedades, de las que hay todo un muestrario, aunque todas las que se enmarcan en estas prácticas terminan confundiendo el término confianza con en el de co-finanzas y muchas veces me toca asumir a mi parte de lo debido cuando dejan sin pagar sino toda, si parte de la deuda contraída en base a la buena fe. 
En esta ocasión revisaremos a la morosa más típica.
Un avance: algunas "de puro ofendidas" y habiendo perdido la credibilidad para tí, las pierdes como clientes porque  ya no les sirves como “prestamista” y hasta muchas te retiran la palabra (tal vez para no darte oportunidad de pedirles que te paguen.)

Más o menos la llamada resulta ser así:

-Buenos Días, soy Merçe, de la lencería Sostenes y Secretos 
 -Ah..si... dime…
- Pues verás... es referente a unas prendas que retiraste de la tienda en septiembre.
-Si?
-Si, es un conjunto de la talla 95 de color champán y una...
-¡Ah si! -me interrumpe-, ay, hija, no se me ha olvidado, es que me ha sido imposible pasarme...¡el lunes me paso sin falta!

Pero no, ni el lunes próximo ni el siguiente y en sucesivas llamadas ya no la vuelves "a pillar" nunca más en casa y por eso recibe una carta, escrita en el tono más cordial posible:

Estimada Morosa: ( claro que  en vez de "morosa" va el nombre de pila)
Como ya hablamos por teléfono el mes pasado, te escribimos para recordarte un apunte que tienes pendiente con nosotros desde el día 4 del mes de septiembre por la retirada de un conjunto de tres piezas de la firma Cuchicuchi color champan talla 95 y que asciende a 138 € ( se adjunta factura detalla) 
Nos gustaría mucho que te pasaras por nuestro establecimiento para poder ponerte al día ya que sin duda ha sido un olvido por tu parte, olvido que perfectamente entendemos por la vida tan ajetreada que llevamos todos y que sabemos llevas tu en particular, porque nos ha resultado imposible volver a ponernos en contacto telefónico contigo, y lo hemos intentado en varias ocasiones sin éxito, razón por la que decidimos hacerlo por escrito.
Esperando tu pronta visita quedamos a tu disposición en el teléfono xxx xx xx xx o en nuestra tienda sita en la calle tal tal tal y pascual, número tal, donde estaremos encantadas de recibirte.
Sin otro particular, aprovechamos para felicitarte estas fiestas y enviarte un saludo.
Merçe Per se.
Después de recibir esta carta que a mi no me sale de forma más correcta, lo normal es que se presenten como si se hubieran sentido ofendidas -mucho- y traten de acometer el asunto con frases como "desde luego no me esperaba esto de tí..." y todo el repertorio de frases dramáticas por el estilo, pero la experiencia me han enseñado a dejarlas estrellarse con la pantalla neutralizadora (de la marca amiplín) que he aprendido a levantar en estos episodios y que una vez ha absorbido su embestida, la atiendo con  frases en tono sereno y reposado como suele ser el que conserva quien posee la razón en un conflicto.
Es en ese momento cuando saco la nota que previamente tengo preparada -aunque mientras ella deja salir la presión de su enfado hago como que la busco-, para darle tiempo a soltar lastre y normalmente enseguida viene una letanía de explicaciones tales como que no ha podido venir porque.... 
-Se le estropeó el coche... (vive dos calles más abajo)
-...Y ha tenido que pagar una factura enorme ( esta mujer es de las que o me lee el pensamiento o ya alguien le ha dicho que debe perfeccionar su excusa)
-Que se le inundó el piso y tuvo que salir en piragua e irse a vivir con su suegra...
-Que ha tenido que ir de madrina en la boda de su ahijado a Las Hurdes y estaba tan ocupada preparando la boda que lo último de lo que podía acordarse era de una minudencia de 120€ ( a veces no es una excusa sólo sino un compendio de todas ellas)
-Son 138...-le especifico.
-Bueno, que más da...-me dice- el caso es que creía que tenía suficiente confianza...¿138? ¿De qué?
- Pues de un corpiño, una braga reductora y una mini combinación.
-Ah, vale...Ya ves y al final la combinación no me la puse y la tengo allí muerta de risa...
Esta conversación se puede resolver zanjando la deuda entera, o en parte, o tal vez puede que los 18€ restantes que ella no había computado me  cueste tener que volver a escribirle o tener que  co financiarlos. 
Incluso hubo un caso que tras muchos años de dejar casi por imposible cobrar un resto de una cuenta parecida, vino a comprar de nuevo, porque se encaprichó de una prenda del escaparate.
La venta se desarrolló con toda naturalidad, cuando sacó la tarjeta para pagarme, le recordé amablemente la deuda pendiente y haciéndose completamente la despistada,  accedió a pagarme como la que paga una deuda de juego, en el que ha perdido. 
Probablemente no pensaba que tantos años después  yo iba a acordarme, pero cuando esos "olvidos" son producto del cinismo y de la desfachatez - como era el caso-a veces llevados al extremo, creo que es mejor ponerse una vez colorada que ciento amarilla. Me refiero a mi, claro, que hasta recordándolo me vuelvo a sonrojar. Pero no sé si de vergüenza ajena , porque esta mujer no pasó ninguna.

(Continuará)

Próximamente :Credito y Confianza 3º parte, cuando las circunstancias personales cambian.