Palabra de Honor

No dejará de asombrarme el argot que usamos cuando salimos de compras,- yo también me incluyo-, aunque a fuerza de sufrir en mis carnes algunas de las frases más usadas, suelo tener mucho cuidado al elegir las palabras cuando me encuentro al otro lado del mostrador, como consumidora. 
Hay formas y maneras de decir las cosas y no por generalizadas pierden peso o significado. Una frase en especial que por propia experiencia sé que jamás se debe usar, es “no vengo a comprar”.
Entrar en una tienda a mirar, está muy bien. Ir de tiendas es algo lúdico  agradable, nos gusta mucho hacerlo, y desde el punto de vista del comerciante y vendedora es algo que deseamos, que necesitamos y agradecemos. El fluir de clientes por nuestros escaparates, por nuestros percheros da vida a cualquier establecimiento y es una señal de que nuestro negocio es tomado en cuenta. Pero como en todo hay que guardar las formas.

Siempre es mejor decir, “vengo a mirar”, o “voy a echar un vistazo” que decir “no vengo a comprar”, porque a un/a dependiente, o vendedor/a sobre todo en aquellos comercios donde gran parte de la mercancía permanece en cajas como las zapaterías, joyerías, corseterías o tiendas de cualquier ramo en el que tengan que mostrar la mercancía no expuesta y tengan que brindar dedicación exclusiva y exhaustiva a la hora de atender… 


Como estábamos a fin de mes y las tardes a primera hora son bastante tranquilas, aproveché para renovar el escaparate pequeño que como es bastante estrecho tengo que hacer ejercicios de contorsionismo para colocar las prendas.
Sonó el timbre de entrada avisándome de la llegada de una cliente, una señora que parecía apresurada y que sin darme tiempo a calzarme me pidió que le enseñara sujetadores de la talla 95b, algo nada complicado pues se trata de una talla de mucha tirada… 
-Me da igual el color… - especificó. 
Me puse a ello y cuando ya le había sacado cinco o seis modelos me dijo: 
-Lo prefiero en negro… 
Diez o doce modelos de color negro sacados de sus cajas más tarde, la señora me explicó:
 -No…si no vengo a comprar…. sólo vengo a mirar... ¡ya vendré otro día con más tranquilidad para probarme! 
Lo de venir con más tranquilidad es otro de los nuevos modismos…es la frase más usada, junto con lo de "no vengo a comprar" o "me lo pensaré", “ir con tranquilidad” no  creo que tenga que ver con el tiempo cronológico, se trata sin duda de un estado mental.

Aún descalza, no me había dado tiempo a reaccionar cuando la señora va y lo remata: 
-Acuérdate de los que me has sacado para cuando venga otra vez, probármelos… 
Por suerte la señora volvió... y “pronto”, el sábado siguiente…no el de esa semana. El siguiente. 
También en esta ocasión llevaba idéntica “prisa” pues por la tarde tenía que asistir a una boda y venía de recoger el vestido de la modista. 
 -Vine la semana pasada a ver unos sujetadores… ¿Me los puedes volver a enseñar?
Una que no tiene la capacidad para recordarlo todo, tuvo que volver a invertir otros veinte minutos –o más– en mostrarle los modelos más probables a la señora, que tampoco se acordaba de cómo eran los que le gustaban. 
-Sí, dígame, de qué tipo eran… 
-Pues normales… 
-Me refiero a si llevaban encaje, o relleno… 
-No, sin nada de eso, “normales”… 
-¿Tiene preferencia por algún color o marca?
-Si, te dije que lo quería negro…la marca me da igual. Que sea bueno… y que sujete bien. Enséñame los que tienes y ya te digo. 

En una tienda de corsetería, sin que tenga que ser muy grande puede haber de media entre 6 y 8 marcas sólo de sujetadores, y el color negro- junto con el visón o piel- es uno de los básicos seguido de lejos por el blanco y después otros colores y estampados, cada marca puede tener cinco o más modelos distintos: con aro, sin aro, de capacidad, reductor, básico, escote profundo, balconet, con relleno, sin relleno , push up, doble push up, sin tirantes, tirantes posicionables… sin contar texturas (satén, encaje, lycra, microfibra, algodón, blonda…) tallas ( 80,85, 90,95,100,105…) ni copas( A,B,C,D,E…)¡y sólo he nombrado alguna de las variables!
Así que el “enséñame los que tengas” es una expresión un tanto vaga que encierra un concepto un tanto amplio.
-Su talla…¿ es una 95b? 
-Si justo… ¡qué buena memoria tienes! 
¡Ojala fuera memoria! No..no es memoria…Es cálculo mental. Tantos años calibrando senos me hacen tener buen ojo para evaluar con acierto el tallaje de mis clientes. Es un gesto de peritaje rápido e inconsciente que a pesar de los muchos años de profesión no se ha convertido-menos mal- en deformación profesional y no voy peritando pechos por el mundo salvo cuando la profesión lo exige. 
Manos a la obra me dispuse y me puse a enseñarle modelos:
Primero los básicos y conforme la cliente veía y descartaba prendas me iba definiendo sus preferencias como si se tratara de un juego de adivinanza: "de blonda no, liso tampoco…mejor con la espalda estrecha…no demasiado estrecha que me saque mollitas…"
Al final decidió probarse unos modelos que parecían acercarse a lo que iba buscando.

Entró en el probador y salió cinco minutos después con el vestido puesto… 
De entre todas las especificaciones la cliente había omitido un pequeño detalle…¡Era un vestido palabra de honor!
Lo que la señora necesitaba era un sujetador sin tirantes. 
-Se me ven los tirantes… 

(Si, de ese y de todos los que se iba a probar…) 

-Yo en “eso“ no había “caído”…¿tienes sujetadores sin tirantes? Pero que sujeten bien.
Le saqué los tres modelos que teníamos en negro sin tirantes. El primero le sentaba de maravilla, y aunque se probó los otros dos ninguno le convenció como el primero.
Al pagar su sujetador la señora se iba de lo más contenta. 
-¡Jo, menos mal! y que rapidito ha sido…