Piensa mal y acertarás

Era la tarde del día de reyes y como era de esperar había movimiento en la tienda aunque no tanto en la caja. 
A destacar dos individuas inevitablemente sospechosas, de esas que, cuando se acercan a alguien, les hace saltar todas las alarmas personales y ves como en un gesto de lo más expresivo se abrazan a sus bolsos ellas y se echan mano al bolsillo del pantalón ellos, para asegurarse de que la cartera sigue allí , y todos se apartan con mayor o menor disimulo para “evitar tentaciones”.
En ese momento en mi local no había nadie distraído, eran dos ejemplares de cuidado y todos los que estábamos allí lo sabíamos.
La más nerviosa era yo y tal vez quien me estaba ayudando a cobrar y a empaquetar.
Juntas y a la par, tras mirar las batas cortas tipo forro polar se fijaron en dos: una rosa y una blanca y aunque parecían no saber por cual decidirse, sin preguntar talla ni precio, ni nada, terminan por escoger una al azar…¡Qué mala espina me daban!. Sabía que tenía que estar aún más alerta porque me la iban a intentar “pegar” y aún no sabía cómo, no tenía ni idea de por dónde vendría el engaño, pero que venía…¡seguro!.
Una señora les cedió la vez en la caja.
-¿Cuanto es?
-39,90€
La más mayor sacó un billete de cincuenta y me fijé que lleva una marca. Me entraron los sudores…
Lo miré, lo toqué y lo giré que son las recomendaciones del Banco Central Europeo. Lo comprobé en la lámpara de luz negra y parecía ser bueno, le rasqué la marca y me fijé bien en la “ese” tumbada grande y extraña que llevaba pintada en negro.
Me tomé mi tiempo. Mientras mi ayudante toda solícita les metío la bata en una bolsa grande…
-¿Qué pasa "argo" con el billete?
-No, nada, pero tenemos que comprobarlos todos.
Le dí el cambio despacio, tanto me fijé en el tema del dinero que casi se me pasa por alto un detalle…
Ya se iban cuando les tuve que pedir que sacaran de la bolsa la otra bata, la rosa, que había desaparecido del mostrador, delante de todos  en un increíble gesto de prestidigitación.
Con toda la tranquilidad soy capaz de mostrar en momentos así les rogué que me dejen que saque de la bolsa las dos batas que por “error” se llevaban…
-¿Pero no has cobrado las dos?
- No, señora, sólo le he cobrado la blanca, la que usted me ha dicho que se llevaba, esta rosa no está en el tique como podrá comprobar.
-Ayyyy…Yo no puedo comprobar nada porque no sé leer…- y le pone el tique delante de la cara a una señora que estaba mirando la escena como abducida y que sin poder evitarlo pega un respingo y se aparta…
-Pero que pasaaaa…! Anda paya dame mi dinero y metete las batas por donde mejor te quepan. Vámonos niña, que ya te he dicho que en estas tiendas tan “repollúas” no había na que hacer.

Y se fueron tan panchas… y  a todos los presentes nos dejaron al menos  con el aire renovado en los pulmones  tras un suspiro colectivo.