En estos últimos meses es verdad que el consumo se ha ido
ralentizando hasta quedar en estos dos últimos meses prácticamente inmóvil, paralizado,
pero más cierto es todavía que la pérdida de poder adquisitivo, la
imposibilidad de seguir con el ritmo de compras, el tener que rescindir y prescindir
del divertimento de las compras y el consumo como ocio, está ocasionando en
muchas personas una frustración que se traduce en comentarios cínicos y poco acertados
de clientes que ya que no vienen a comprar –porque no pueden permitírselo-, esta
misma mañana he tenido una de estas “ex clientes” con la que se ha producido la
siguiente anécdota:
-Hola “niña”... me alegro de verte…
-Muy buenas, yo también me alegro…! -antes de terminar mi
frase me interrumpe para preguntarme:
- ¡Qué bonito el sujetador marrón del escaparate…!
-Si… es el último de Selmark…
-¿Y qué vale? ¿Es muy caro?
Se lo saco, se lo muestro, está conmigo en que es precioso
y...
-Tiene una pinta de quedar
bien…!
- Si, queda fenomenal y sujeta muy…
- ¿y qué vale?
-Selmark, no es una marca cara este reductor sale en
43,55€…
-¡UYYYYY, noooooo!
Hasta me dio un brinco el corazón….
-Noooo, para nadaaaa…
La miraba -intentando entenderla-, mientras intentaba argumentarle las bondades del
sujetador ella se apresuró a explicarme que ahora estaba prejubilada, que vivía
mitad de tiempo en Madrid y mitad de tiempo aquí, que le había comprado el
apartamento a su hermana para que esta pudiera comprarse uno en Praga que era
donde vivía su hija, -la de su hermana- vaya una de sus hermanas que tiene la
niña muy bien colocada allí…bla, bla, bla…y que ahora había descubierto cerca
de su casa en Madrid un outlet donde se compraba todos los sujetadores y las
bragas baratísimas!
-…Yo y todas mis
hermanas, porque es un chollo!
Y aquí estoy yo, con cara de poker, mordiéndome la lengua, intentando no demostrar, ni traslucir lo más minimo de lo que la señora me estaba provocando por dentro.
Este
tipo de situaciones -que se están dando a menudo y no sólo a mí, (que sería para hacérselo mirar) sino que otras compañeras me las comentan airadas con cierta frecuencia-, pero yo no las entiendo…
Me imagino ir al restaurante donde suelo ir a comer a preguntarle al dueño por el precio del, por ejemplo... rape,
y luego decirle...
-Uy no, Diego, lo siento pero yo ya no voy a venir aquí a comer rape,
porque en mi barrio han puesto una freiduría buenísima donde comemos pescado
toda mi familia por cuatro duros….
¿Se imaginan la respuesta del restaurador?