Desequilibrio inestable.

El trastorno bipolar antiguamente se conocía como psicosis maníaco-depresiva y terminaba con el/la afectada atiborrada de pastillas y encerrada en casa o en un centro psiquiátrico.
Cerca de mi negocio vive una señora que lo padece…o mejor dicho que lo sufre –la pobre- porque padecerlo lo padecemos todos los del barrio.
Doña Apolonia -Doña Pola-, lleva toda mi vida en el barrio, (27 años) antes de aquí había vivido en Melilla y de allí se trajo los recuerdos de una vida en sociedad que adoraba y que no deja de añorar.
La suya no es una historia singular, fue una niña bien, cuando era una adolescente su madre murió y su padre se casó en segundas nupcias con una mujer de fuerte carácter  que le dio dos hijos.
Doña Pola también se casó, lo hizo con un catalán al que le atrajo su belleza y que se enamoró de sus bienes y le dio muchos quebraderos de cabeza y se marchó cuando bienes y belleza se agotaron, dejándola dos hijos y la esperanza de que volvería….y ella se quedó con su bolso de piel y un conjuntito sexy y mono que me vino a comprar cuando aún creía que volvería  su marido y “único hombre”-como solía repetir cuando se refiere a él y lo hace siempre.
Entonces fue cuando la conocí y  me contó su historia, toda enterita y de vez en cuando viene y me la recuenta.
La primera vez que me la contó, era una mujer de mediana edad, que vivía en tiempos mejores y le gustaba recordarse y recordarnos a todos quién había sido en la sociedad melillense, presumida hasta las trancas le gustaba arreglarse y arreglar su propia ropa y también presumía de haber sido siempre muy modosita y muy hacendosa.


El marido no regresó, pero tuvo  a bien morirse y dejarla viuda. Viuda era un mejor estatus que abandonada y tras superar un tiempo de duelo y bellos recuerdos, dejo el luto y pareció mejorar.
Doña Pola sufría crisis, o más bien vivía en un desequilibrio inestable. De vez en cuando le daba por contar que su madrastra, su hermana de padre o alguien de su entorno la pegaba y maltrataba, o ya cuando su hija se casó y se fue de casa la tomó con el yerno, al que cuando le daban las crisis “perseguía” por las tiendas del barrio contando que le robaba y que tenía secuestrada a su “pobrecita” hija.
Ciclícamente, esta mujer recorre tienda por tienda su trastorno con ojos desquiciados y profiriendo bilis contra quien en ese momento persiga su manía...
Año tras año la hemos visto pasear sola –casi siempre- por el barrio arregladita casi como para ir de boda y cuando no se olvida de tomar su medicación destila amabilidad y buenas maneras pero cuando cambia el viento o al mudar las estaciones, su psique se descontrola y los demonios la embargan a ella y a su cordura y  entonces recorre a las vecinas y asalta a los comercios como un toro recién salido del chiquero con fuertes ganas de embestir.
A veces te pilla por la calle te corta el paso y te cuenta la historia que en ese momento está viviendo intensamente de engaño o latrocinio y te pone a parir al prójimo de turno y como tonta no es  no puedes llevarle la corriente porque te acusa de tratarla como a una loca y se enfurece más.A mi lo que me funciona-de momento- es escucharla y cuando me pregunta para reafirmar sus teoría, le contesto con una nueva pregunta…
En todos estos años Doña Apolonia nos ha hecho perder algunas ventas de clientes que han salido espantados cuando ha tomado por asalto nuestro negocio de esa forma suya verbalmente tan violenta. Hace dos navidades me arruinó una tarde de reyes cuando vino nada más ni nada menos que 6 veces a renegar de su yerno.
Las que la conocemos sabemos que nunca ha ido más allá de unos cuantos gritos y salivazos (que no es que escupa, pero cuando habla tan alterada es como si le salieran espumarajos por la boca) pero impone a quien no la conoce y a la chica que entonces tenía como dependienta la tenía aterrorizada.
Antes cuando la veíamos aparecer de esa guisa –en la expresión de su cara se le nota a la legua- llamábamos a su madre o a algún familiar que la devolvía a su casa y a su medicación.Pero nos quedamos un poco huérfanos con ella al morir sus padres y sus hijos hacen su vida y son como un barco fantasma a la deriva, existen como leyenda pero nadielos ve jamás.
Este verano Doña Pola estrenó enemigo: un peluquero de origen francés que apenas lleva con su negocio abierto bajo su casa un par de años, pero la memoria de Doña Pola caprichosa en su arte de inventar  recuerdos y jura que dicho peluquero ha venido persiguiéndola -de no se sabe donde-, para continuar con su tarea de estafarla e importunarla e imposibilitándole la vida.
Ayer vino a contarme su infortunio por "culpa del canalla del peluquero".
Cuando intenté acompañarla a la puerta, estaba fuera de sí, me miraba sin verme con los ojos desorbitados y tenía blancas las comisuras en la mueca de sus labios, cuando gritaba salpicaba húmedos  dardos envenenados  de los que no me pude zafar, de tan fuerte me tenía cogida del brazo.
Conseguí sacarla afuera y aunque miraba pidiendo socorro a mi alrededor, las pocas personas que en ese momento pasaban, conociéndola, supieron escurrir el bulto.De pronto y como cambia el viento, algo mudó en su cabeza y se marchó... Cualquier día la tomará conmigo.



No sé qué fue lo que desencadenó en esta mujer su delirio, y cuando y qué le hizo perder el norte pero al verla siempre pienso que todos estamos a un paso de perderlo, el equilibrio de cualquier tipo es eso, algo precario y nuestra mente puede ser más frágil de lo que creemos.

Doña Pola me merece todo el respeto y también me da miedo, pero el miedo que me produce es a lo que ella representa:  la soledad, el dolor, la falta de amor, la pérdida de cordura.