Sobre fabulas, crisis y consumo


Ya apenas se recuerda como empezó, pero hubo un tiempo en que el comercio y la industria vivió un cuento de hadas, que se acabó convirtiendo en el ya popular "Pedro y el lobo" que proviene de una fábula de Esopo : “El pastor y el lobo".
El caso es que como en el cuento, el lobo de la crisis llegó y nos pilló a todos con los armarios llenos.
Y aunque muchos se obstinaban en negarlo, el lobo había llegado para quedarse, sigiloso al principio, fue a partir del 2012 cuando los consumidores se asustaron de verdad y parecieron espantarse.
El lobo ya estaba aquí y venía con hambre atrasada así que ni un cordero estaría a salvo, y la carnicería empezó a notarse según los sectores con más o menos crudeza.
En el comercio de proximidad aunque las compras ya no eran tan sustanciosas la actitud de los clientes, seguía siendo correcta y razonable. Mi negocio, dirigido a mujeres con una trayectoria impecable de casi 30 años, también había notado cómo se habían vuelto muchas de ellas filosóficas y se debatían entre el ser o no ser y los cada vez más habituales “lo pensaré…” y se empezó a oír por doquier una nueva y funesta letanía: “en realidad no lo necesito”.

Otras muchas clientes tal vez por culpa de la ansiedad que les había llevado a la bulimia, tal vez porque con los recortes ya no daba para ir al gimnasio, justificaban el tener que adelgazar para prorrogar la compra del bikini.
Y un nuevo tipo de cliente se iba perfilando y muchas de las compradoras más asiduas pasaron de consumir a consumirse en un quiero y no puedo que las hacía sentirse frustradas y como resentidas y empezaron a llenarse las tiendas de peticiones imposibles.
Desde entonces comprar algo, cualquier cosa, tenía que superar rigurosos exámenes de calidad e idoneidad.
Se tratara del artículo que se tratara tenía que satisfacer tantas expectativas, pasar por un control tan exhaustivo, que era imposible cubrirlas todas y empezó a dar igual lo bonitos que tuviéramos los escaparates o lo bien surtidas que estuvieran nuestras repisas y nuestros percheros. ¡Nunca era suficiente!

Si pedían un sujetador que se fabricaba en 6 colores y solo -¿solo?- constaba el stock de 5 colores, siempre acababan queriendo el color que no había aunque fuera un color boñiga de vaca horrendo, o si el sujetador tenía la posibilidad de conjunto con 5 modelos distintos de bragas y en la tienda faltaba únicamente la talla XXL de la tanga hilo dental, justo esa era y no las otras la que querían comprar aunque la señora pesara 45 kilos, pero es que “le gustaba que le tapase bastante…”

Para muestra un botón:

Una mañana una señora iba buscando “EL PIJAMA” no un pijama, no, EL PIJAMA.
-Qué mono….!(Señalando un pijama de algodón con corte masculino)Es de algodón 100 x100 o tiene mezcla?
-100 % algodón mercerizado…es una maravilla.
-Si, está abierto por delante pero tiene cuello y eso no acaba de gustarme…
-Tiene bolsillos….
-Si dos, es la gracia del pijama (acababa de irse sin comprarlo una señora precisamente por que no le gustaban los pijamas con bolsillos)
-No si me gustan los bolsillos, sin bolsillos no “me apaño”…
-Si, son muy prácticos (¿?)
-Parece que tiene las “costuricas” planas…..Sólo lo tenéis en este color?
- Además de rosa está en celeste, crudo y negro.
-No, de llevármelo me lo llevaría en rosa porque celeste ya tengo, el negro es muy oscuro (¿¿….??) y el crudo muy sucio (¡¡….!!).
-Tendrás la talla 46?
-de la 42 a la 50
-Parece que no da mucha talla…el pantalón tiene goma o es de cordoncillo?
-Tiene cinturilla de goma pero muy suave.
-Es que a mi todo me aprieta.
-(A mi últimamente las que me aprietan son las clientes) no, mire que elástico es.
-Si la verdad es que parece que si. Y tendrá bastante tiro?
-(A estas alturas yo me pegaría uno) ¿Quiere probárselo a ver cómo le queda?
-Si que me lo voy a probar si, que en la percha se ve muy bonito pero lo mismo luego no queda bien…
-Si, ya verá que bien le queda, tiene un patrón que sienta muy bien. (¿Cuántas veces dice un comerciante esta frase en su vida?)
Se lo probó en tres de los cuatro colores, en “el sucio” y el negro oscuro también y tras un buen rato en el probador... ¡no se llevó ninguno porque se había dado cuenta de que no traía botón de cortesía! (un fallo imperdonable del fabricante) y si se le perdía alguno, luego tendría que cambiarlos todos y eso “le daba muchísima rabia…”

Con la crisis y la inseguridad económica reinante, los consumidores (por denominar de algún modo) se habían vuelto exigentes en exceso, tenían de todo y en cantidad y en poco tiempo se pasó de comprar “porque sí” a no comprar “porque no”. Y hasta los mejores clientes, los que tenían una posición acomodada y segura, habían pasado de comprar fluidamente a comprar al principio “poquito pero bueno” y enseguida a comprar “poquito y barato” y habían terminando por no comprar.
Las calles empezaron a quedarse desiertas, incluso de ruidos, y las tiendas llenas de mercancía a rebosar -esto también ha cambiado con la crisis-, pero cada vez más y más vacías de clientes hasta tal punto que da pena ver a las dependientas deambular por los stands, casi letárgicas.
No se ven bolsas por las calles, la gente no sale por no gastar y si acaso alguna sale es o para comprar lo estrictamente necesario o para mariposear de tienda en tienda con sus peticiones cada vez más imposibles y entre estas se encuentra algunas que empezaron a sufrir una especie de hiriente incontinencia verbal.
Estas últimas apenas asoman por la puerta –con la temporada recién recibida-, preguntando si ya tienen rebajas, todo les parece poco, feo o carísimo y si compran algo amenazan con devolverlo porque sospechan que cuando lleguen a casa van a cambiar de opinión (y no pocas veces cumplen su amenaza)

La voracidad de este lobo ha originado que vender haya pasado de ser un trabajo agradable a una lucha por la supervivencia de los comercios, una variedad de lucha cuerpo a cuerpo, una suerte de un pulso dialéctico en donde el vendedor siempre lleva las de perder ( la venta, el cliente, la alegría) con las inevitables presiones, si la prenda llega a la caja. Desertadas las mejores clientes quedaron pocas y rabiosas para defender la temporada y cuando digo “defender” es que cada venta se convierte casi en un ejercicio dialéctico de defensa personal.

-En cuanto me lo vas a dejar? ……-Esto en qué se queda?....-Cuanto le vas a quitar? Mira que estamos en crisis!

Así las cosas, la temporada a parte de corta había sido dura como ninguna. En marzo, abril o mayo los comercios que tuvieron suerte solo vendieron lo estrictamente necesario para subsistir.
Y llegó el sol y las marquesinas de todas las paradas de autobús y las playas se llenaron de Bikinis Hechos y Maltrechos a 4,95€  la pieza y los comerciantes empezaron a ponerse nerviosos y a lanzar campañas encubiertas de rebajas adelantadas.
15 días antes de la noticia del telediario sobre las rebajas, las clientas más radicales amenazaban en cada compra:
-Si las rebajas ya están ahí.
-Mira luego me va a dar mucha rabia ver que lo que me llevo ahora “lo das” a la mitad…
-No mujer, hoy es 15 de junio… este modelo no llega a las rebajas ¿ No ve lo bien que le sienta, la calidad que tiene y el precio tan estupendo?
-Si, si pero dentro de nada a la mitad, ya lo verás y entonces me voy a enfadar...
La semana anterior a las rebajas, la última de Junio tuvimos mucho trabajo y pocas ventas, las tiendas parecían animarse, colas en los probadores de clientas que querían probarse el bañador a por el que vendrían en cuanto se colgase el letrero de “rebajas” al lunes siguiente.
-¿A qué hora abrís el lunes?

Daba igual que a las clientes e incluso a las caras conocidas se les propusiera hacerles un descuento por anticipado, ellas estaban seguras de que el lunes al abrir todo y en todas partes bajaría su precio a la mitad.
Y en las colas se oía:
-En algunas tiendas hasta el 70% de descuento van a hacer.
-Si es que están asfixiados los pobres…
-Si hija pero a río revuelto…ganancia de pescadores….
Las fábulas de Esopo, son breves historias con moraleja. La moraleja de esta historia aún le estamos depurando...