Me huele a chamusquina


A principio de temporada se vendió un bañador a una señora mayor, que un mes después  casi recién empezado el verano vino con una seria tara en dicha prenda.

En la zona del vientre, el bañador había perdido toda la lycra, y lo había hecho de una forma anómala y curiosa:  se había quedado como “pelado” casi transparente toda la zona del vientre y la barriga y como en casi un perfecto círculo, la lycra aparecía como si fuera una suerte de pelusilla como puntitos de gomilla. Algo bastante extraño. 
Al habla con el fabricante, me rogó que le tomara la prenda a la señora para mandarla al laboratorio y hacer una serie de pruebas  y es que desde que no se cambia el agua de las piscinas sino que se trata con productos químicos super abrasivos y desde la invención de los populares Aquaparks, ya los fabricantes se andan con mucha cautela a la hora de admitir un bañador tarado, muchos fabricantes se desentienden o no se complican la vida, pero otros de nivel alto se preocupan por su producto y su imagen e investigan, aunque suelen ser los menos debido al mal uso generalizado que se hace de estas prendas tan sometidas a desgaste, agentes químicos y ambientales y el poco o nulo cuidado que se les da.

Pero claro, la señora me juraba que no se había bañado en piscina alguna y no me la imaginaba yo tampoco lanzándose de barriga por esos toboganes de los parques acuáticos (he visto culeras de bikinis con un pelado parecido por estas prácticas tan divertidas)
Así que admití el bañador y prometí a la señora darle una pronta respuesta  sobre el enigma de tan raro desgaste…







Misterio resuelto.


Según las pruebas del laboratorio que envió el fabricante, tras ser sometida a diversas pruebas la Lycra del bañador, dio restos de grasas animales, carbón vegetal y otra serie de símbolos que no supe descifrar, todo ello viene a explicar que esta señora suele hacer barbacoas con el bañador puesto. La señora tiene un vientre prominente y claro se debe acercar bastante a las brasas, le salta la grasilla de lo que cocina y se le queman las gomillas del bañador…

¡Ha tenido suerte de no salir ella también chamuscada!

Sobre fabulas, crisis y consumo


Ya apenas se recuerda como empezó, pero hubo un tiempo en que el comercio y la industria vivió un cuento de hadas, que se acabó convirtiendo en el ya popular "Pedro y el lobo" que proviene de una fábula de Esopo : “El pastor y el lobo".
El caso es que como en el cuento, el lobo de la crisis llegó y nos pilló a todos con los armarios llenos.
Y aunque muchos se obstinaban en negarlo, el lobo había llegado para quedarse, sigiloso al principio, fue a partir del 2012 cuando los consumidores se asustaron de verdad y parecieron espantarse.
El lobo ya estaba aquí y venía con hambre atrasada así que ni un cordero estaría a salvo, y la carnicería empezó a notarse según los sectores con más o menos crudeza.
En el comercio de proximidad aunque las compras ya no eran tan sustanciosas la actitud de los clientes, seguía siendo correcta y razonable. Mi negocio, dirigido a mujeres con una trayectoria impecable de casi 30 años, también había notado cómo se habían vuelto muchas de ellas filosóficas y se debatían entre el ser o no ser y los cada vez más habituales “lo pensaré…” y se empezó a oír por doquier una nueva y funesta letanía: “en realidad no lo necesito”.

Otras muchas clientes tal vez por culpa de la ansiedad que les había llevado a la bulimia, tal vez porque con los recortes ya no daba para ir al gimnasio, justificaban el tener que adelgazar para prorrogar la compra del bikini.
Y un nuevo tipo de cliente se iba perfilando y muchas de las compradoras más asiduas pasaron de consumir a consumirse en un quiero y no puedo que las hacía sentirse frustradas y como resentidas y empezaron a llenarse las tiendas de peticiones imposibles.
Desde entonces comprar algo, cualquier cosa, tenía que superar rigurosos exámenes de calidad e idoneidad.
Se tratara del artículo que se tratara tenía que satisfacer tantas expectativas, pasar por un control tan exhaustivo, que era imposible cubrirlas todas y empezó a dar igual lo bonitos que tuviéramos los escaparates o lo bien surtidas que estuvieran nuestras repisas y nuestros percheros. ¡Nunca era suficiente!

Si pedían un sujetador que se fabricaba en 6 colores y solo -¿solo?- constaba el stock de 5 colores, siempre acababan queriendo el color que no había aunque fuera un color boñiga de vaca horrendo, o si el sujetador tenía la posibilidad de conjunto con 5 modelos distintos de bragas y en la tienda faltaba únicamente la talla XXL de la tanga hilo dental, justo esa era y no las otras la que querían comprar aunque la señora pesara 45 kilos, pero es que “le gustaba que le tapase bastante…”

Para muestra un botón:

Una mañana una señora iba buscando “EL PIJAMA” no un pijama, no, EL PIJAMA.
-Qué mono….!(Señalando un pijama de algodón con corte masculino)Es de algodón 100 x100 o tiene mezcla?
-100 % algodón mercerizado…es una maravilla.
-Si, está abierto por delante pero tiene cuello y eso no acaba de gustarme…
-Tiene bolsillos….
-Si dos, es la gracia del pijama (acababa de irse sin comprarlo una señora precisamente por que no le gustaban los pijamas con bolsillos)
-No si me gustan los bolsillos, sin bolsillos no “me apaño”…
-Si, son muy prácticos (¿?)
-Parece que tiene las “costuricas” planas…..Sólo lo tenéis en este color?
- Además de rosa está en celeste, crudo y negro.
-No, de llevármelo me lo llevaría en rosa porque celeste ya tengo, el negro es muy oscuro (¿¿….??) y el crudo muy sucio (¡¡….!!).
-Tendrás la talla 46?
-de la 42 a la 50
-Parece que no da mucha talla…el pantalón tiene goma o es de cordoncillo?
-Tiene cinturilla de goma pero muy suave.
-Es que a mi todo me aprieta.
-(A mi últimamente las que me aprietan son las clientes) no, mire que elástico es.
-Si la verdad es que parece que si. Y tendrá bastante tiro?
-(A estas alturas yo me pegaría uno) ¿Quiere probárselo a ver cómo le queda?
-Si que me lo voy a probar si, que en la percha se ve muy bonito pero lo mismo luego no queda bien…
-Si, ya verá que bien le queda, tiene un patrón que sienta muy bien. (¿Cuántas veces dice un comerciante esta frase en su vida?)
Se lo probó en tres de los cuatro colores, en “el sucio” y el negro oscuro también y tras un buen rato en el probador... ¡no se llevó ninguno porque se había dado cuenta de que no traía botón de cortesía! (un fallo imperdonable del fabricante) y si se le perdía alguno, luego tendría que cambiarlos todos y eso “le daba muchísima rabia…”

Con la crisis y la inseguridad económica reinante, los consumidores (por denominar de algún modo) se habían vuelto exigentes en exceso, tenían de todo y en cantidad y en poco tiempo se pasó de comprar “porque sí” a no comprar “porque no”. Y hasta los mejores clientes, los que tenían una posición acomodada y segura, habían pasado de comprar fluidamente a comprar al principio “poquito pero bueno” y enseguida a comprar “poquito y barato” y habían terminando por no comprar.
Las calles empezaron a quedarse desiertas, incluso de ruidos, y las tiendas llenas de mercancía a rebosar -esto también ha cambiado con la crisis-, pero cada vez más y más vacías de clientes hasta tal punto que da pena ver a las dependientas deambular por los stands, casi letárgicas.
No se ven bolsas por las calles, la gente no sale por no gastar y si acaso alguna sale es o para comprar lo estrictamente necesario o para mariposear de tienda en tienda con sus peticiones cada vez más imposibles y entre estas se encuentra algunas que empezaron a sufrir una especie de hiriente incontinencia verbal.
Estas últimas apenas asoman por la puerta –con la temporada recién recibida-, preguntando si ya tienen rebajas, todo les parece poco, feo o carísimo y si compran algo amenazan con devolverlo porque sospechan que cuando lleguen a casa van a cambiar de opinión (y no pocas veces cumplen su amenaza)

La voracidad de este lobo ha originado que vender haya pasado de ser un trabajo agradable a una lucha por la supervivencia de los comercios, una variedad de lucha cuerpo a cuerpo, una suerte de un pulso dialéctico en donde el vendedor siempre lleva las de perder ( la venta, el cliente, la alegría) con las inevitables presiones, si la prenda llega a la caja. Desertadas las mejores clientes quedaron pocas y rabiosas para defender la temporada y cuando digo “defender” es que cada venta se convierte casi en un ejercicio dialéctico de defensa personal.

-En cuanto me lo vas a dejar? ……-Esto en qué se queda?....-Cuanto le vas a quitar? Mira que estamos en crisis!

Así las cosas, la temporada a parte de corta había sido dura como ninguna. En marzo, abril o mayo los comercios que tuvieron suerte solo vendieron lo estrictamente necesario para subsistir.
Y llegó el sol y las marquesinas de todas las paradas de autobús y las playas se llenaron de Bikinis Hechos y Maltrechos a 4,95€  la pieza y los comerciantes empezaron a ponerse nerviosos y a lanzar campañas encubiertas de rebajas adelantadas.
15 días antes de la noticia del telediario sobre las rebajas, las clientas más radicales amenazaban en cada compra:
-Si las rebajas ya están ahí.
-Mira luego me va a dar mucha rabia ver que lo que me llevo ahora “lo das” a la mitad…
-No mujer, hoy es 15 de junio… este modelo no llega a las rebajas ¿ No ve lo bien que le sienta, la calidad que tiene y el precio tan estupendo?
-Si, si pero dentro de nada a la mitad, ya lo verás y entonces me voy a enfadar...
La semana anterior a las rebajas, la última de Junio tuvimos mucho trabajo y pocas ventas, las tiendas parecían animarse, colas en los probadores de clientas que querían probarse el bañador a por el que vendrían en cuanto se colgase el letrero de “rebajas” al lunes siguiente.
-¿A qué hora abrís el lunes?

Daba igual que a las clientes e incluso a las caras conocidas se les propusiera hacerles un descuento por anticipado, ellas estaban seguras de que el lunes al abrir todo y en todas partes bajaría su precio a la mitad.
Y en las colas se oía:
-En algunas tiendas hasta el 70% de descuento van a hacer.
-Si es que están asfixiados los pobres…
-Si hija pero a río revuelto…ganancia de pescadores….
Las fábulas de Esopo, son breves historias con moraleja. La moraleja de esta historia aún le estamos depurando...

Truco o trato

Hemos tenido que esperar a Julio para que las ventas volvieran a normalizarse, los últimos meses estaban tan ralentizadas que casi he tenido que hacer inventario para no olvidar las tallas y modelos que tenía en las estaterías en cuanto a sujetadores se refiere, que es -con diferencia- lo más complicado de vender, porque el ordenador está muy bien para localizar una talla, pero el verdadero truco para poder vender corsetería es memorizar los modelos y conocerlos bien para poder dar a cada clienta el que de verdad le vaya a sentar bien y aunque las tallas son importantes aún lo es más el saber cada detalle: si tienen varillas laterales, por ejemplo, o el número de corchetes con que cierran o la altura exacta del escote o la espaldilla, o hasta la forma de pecho que hace cada modelo, porque cada vez las mujeres tenemos más claro qué queremos ponernos exactamente debajo de cada ropa y el efecto que queremos conseguir con la prenda que nos pongamos: pechos más redondeados o separados o juntos o altos o bajos, sisas más o menos escotadas y espaldillas que recojan “mollitas” de diferentes calibres.

Ayuda mucho saberte los colores y hasta los tonos, porque no es lo mismo un visón que un argile o un rata o un color piel (que además cambia según la marca) que un arena o un maquillaje…y lo dejo aquí para no extenderme demasiado.

Bueno, pues lo dicho, que por mor de las rebajas las ventas se han espabilado y con ellas nuestras espabiladas Pititas y las temibles Pitirritantes han vuelto si cabe, con más fuerza.

A las dos semanas de que empezaran las rebajas  volvió a visitarnos una de nuestras asiduas "visitantes" a la que he estado viendo revolotear alrededor del estampado floral de un vestido desde que comenzara la temporada de primavera–verano y varias veces desde que el día primero de julio empezaran las rebajas a preguntarme siempre lo mismo:
-Has puesto ya las rebajas?( la primera vez que me formuló la pregunta fue en el mes de mayo)

Cuando por fin el primer día de julio consiguió la “respuesta acertada” se aproximó reticente a su codiciado playero y –como era de esperar- le pareció que el descuento era insuficiente

-¿Sólo le haces un 20%?¿Eso qué rebaja es?
-….
 
(Aquí es donde la miro con cara insulsa y sonrío sin que se me note que me estoy mordiendo la lengua)

Como quiera que el vestido en cuestión ha ido y venido en dos ocasiones y entre medias hice una repetición, cuando la Pitita que nos ocupa calculó que andaría por la segunda rebaja volvió a asomar por la puerta…

-¿Has empezado ya con el 50 por ciento?
-Buenos, días.  
Si, tenemos muchas cosas a mitad de precio, sujetadores, braguitas… bikinis de la temporada anterior…

-¿No. E
l vestido. El de las flores lilas... “a cómo lo tienes” ahora?

Por un momento me ha recordado cuando en la pescadería se  produce la misma conversación entre la señora que me precede y el pescadero hablando de las sardinas o de los jureles…

Salgo del mostrador hacia el perchero donde se encuentran colgados los vestidos playeros y me corta el paso adelantándose y casi arrancándolo del perchero me lo agita delante como una bandera y lo tira encima del mostrador.

La etiqueta claramente dice el precio anterior y el actual con la rebaja del 20% pero yo -como ella- le hago caso omiso a la etiqueta y con gran concentración me pongo a meter el código en el ordenador despacito, como si me costara teclear y voy leyendo en voz alta...

-Antes :37,45€ , ahora …
-A ver…(dice ella impaciente, 
con el habitual tono de estas conversaciones que suena a reto)
-Ahora...¡ 29,95€! Se queda muy bien de precio...
-¡Ya estamos…! ¡Así no hay manera de hacer tratos contigo!¿Cuánto le has quitado esta vez?
-(Lo mismo que la semana anterior y que la otra) Tiene una rebaja del 20 %
-¿Todavíaaaaa? ¡Vamos...vamos…! ¡Esto ya tenía que estar por lo menos, por lo menos... a mitad de precio…!
Y mientras se produce el tira y afloja unidireccional, se prueba el vestido encima de su camiseta y su pantalón enfrente de un espejo de cuerpo entero, porque el probador está ocupado…
-Pues no, lo siento…
-¡Venga ya…! Si no se lo han llevado ya es que no se lo van a llevar…
-Bueno, aún queda mucho verano…
 (No me escucha)

-Ya tenías que ponerlo al 50%, porque por ese precio no lo vas a vender…
(Estamos hablando de 29,95€ en un vestido de algodón y viscosa de una marca reconocida)

-Si lo que busca es algo a mitad de precio…tenemos unos vestidos de la temporada pasada…
-Esos no me gustan.
-Pues, si que lo siento…
A esta Pitirritante recalcitrante, aún le falta por sacar lo mejor de si misma…

Frente al espejo, con el vestido sobre su ropa mueve los hombros y se tira de la sisa…

-Mira, además no queda bien…Y le propina unos buenos tirones a la pobre prenda que me hacen disimular un suspiro...
-Tiene como la costura rara…esta me tira más que la otra…

Me voy para ella y pidiéndole permiso le paso los dedos por encima de la costura por debajo de la axila la miro al detalle y no veo nada mal cosido, ni siquiera un hilo suelto, pero efectivamente una sisa le quedaba rara, como más corta…

Al mirarla por detrás me percato de un detalle…

Con suavidad le pongo las manos en ambos hombros y en uno lleva una hombrera bastante esponjosa y en cambio en el otro hombro…no.

-Si…, es que tengo un hombro más alto que otro y así lo disimulo…(explicación no pedida…culpabilidad manifiesta)

-Anda, pues es un truco muy bueno…-acierto a decir-.
- A lo mejor por eso la sisa queda rara…- me dice ahora, como quien se acaba de caer del guindo.
-Si, era eso…ahora lo entiendo…
-Pero me la tenías que poner más barata porque le voy a tener que poner la hombrera y estas hombreras salen muy caras porque son forradas.
(¿Cuánto, tres euros el par?¿Y yo qué culpa tengo de que la mujer no tenga los hombros parejos?)

En esto sale del probador la clienta que hacía un buen rato se estaba probando bikinis, una Pochola de toda la vida que, concentrada en hombros hombreras y regateos casi he olvidado que había entrado al probador, menos mal que se que le gusta tomarse su tiempo y que la deje a su aire...
Al salir se queda mirando a la del vestido de arriba abajo…
 -Es precioso...y queda monísimo
Estoy segura de que lo dijo para echarme un capote porque la pobre parecía un espantapájaros  con el vestido de flores encima del pantalón y de la camisa
-¿Te queda otro?
-No, sólo queda ese... 
-Pues me espero y me lo pruebo, no tengo prisa...


Mientras la del vestido se lo quitaba nerviosa insistía:
-No, si me lo voy a quedar pero tenías que dejármelo mas barato, ya has visto que no me quedaba bien…

Se saca el vestido por los pies, arrugado hecho un guiñapo me lo tiende.
Le cojo el vestido, le doy la vuelta despacio para ponerlo del derecho, no quiero mirar a la otra clienta porque siento cómo me mira atónita.
La Pochola, convertida en mi aliada,-de la que ya no me cabe duda que ha estado escuchando toda la conversación- presiona:
-¿A como sale ahora ese vestido?
-Muy caro -dice la Pitirritante…
-A 29,95€. Tiene un 20% de descuento, le contesto yo.
-¡Uy caro, dice! ¿Te lo vas a llevar?
-Qué remedio…
-¿En efectivo o con tarjeta?
-¡Pues es una pena que no te quede otro! ¡Si lo llego a ver antes…!

En silencio y mohína al final la primera cliente se marcha con “su vestido” y “mi precio” y procedo a cobrarle a mi Pochola los bikinis que me indica. La suya ha sido una venta, como de costumbre, fácil ágil y sin contratiempos. 

Al devolverle el cambio me dice como pensando en voz alta:

-No me explico el aguante que tenéis.