De libros, tallas de sostenes y zapatos.


Hay un anuncio en la televisión que dice más o menos textualmente: “desde hace más de 50 años el sujetador no ha cambiado en casi nada”… 
Y usan semejante argumento (y parecen convencer) para vender un top o camiseta corta como la panacea a todos los males de quien no ha conseguido dar con el sujetador que realmente necesita, desde la abuela pasando por la madre madura, hasta la  hija adolescente, dando igual la talla, el contorno o el volumen, sólo con decir a la teleoperadora la talla de una camiseta normal M-L-XL lo tienen todo solucionado. ¿Para qué molestarse en averiguar la talla, la copa o tener en cuenta la morfología propia cuando con irse a la etiqueta de cualquier camiseta playera podemos averiguarlo?

El sujetador es bien cierto que en los últimos 50 años no ha sufrido ningún cambio, muy al contrario ha gozado con innumerables mejoras que han hecho de esta prenda -tan necesaria- algo estético y funcional. No importa ni la talla, ni la morfología, para cada mujer hay seguro un modelo, una talla y un tejido pero según Francesc Puertas, aún en pleno siglo XXI un 90 % de mujeres desconocen su talla, Por lo que un alto porcentaje no usan el sujetador adecuado, con los problemas que pueden derivar de ello y no solamente estéticos.  
“El sostén, mitos y leyendas del sujetador y manual de uso” de Francesc Puertas, es una lectura recomendada y recomendable no solo a mis colegas  corseteros, -que debieran estudiárselo o al menos tenerlo como libro de consulta-, sino para cualquiera que le guste el tema de la moda o tenga que ver  con el textil, ya que abarca no sólo tallas y copas, también la morfología femenina,  materiales empleados en  la fabricación, de los textiles, fibras,   el proceso de fabricación, sus cualidades, etc.
Yo me decidí por  este ramo del comercio precisamente por la lectura  de otro libro sobre ropa interior femenina, el de la escritora Lola Gavarrón , y su deliciosa “Piel de Angel, historia de la ropa interior femenina”(1982), libro que  me adentró en este apasionante mundo “interior” en el que llevo desarrollando mi profesión desde hace tanto tiempo. 
Pere Prat González en su libro "la Boutique de la lencería" en 1998 ya denunciaba la necesidad de una especialización en las tiendas de corsetería y Francesc Puertas lo corrobora y eleva a categoría de "presciptora experta en corsetería" a quienes al frente de tiendas especializadas, tenemos la obligación de asesorar a nuestras clientes para que encuentren el sujetador que necesitan en todos los sentidos, desmarcándonos  de las cadenas que ni asesoran ni aconsejan tan solo exponen un producto que la clienta coge de un perchero y paga sin que casi se produzca un cruce de palabras entre vendedora y compradora, pero tiendas que, sin embargo están acaparando el mercado a la vez que deshumanizandolo.

Tal y como afirma Francesc Puertas en su libro, es cierto que muchas, muchísimas mujeres desconocen su talla, con la ampliación de la oferta y la generalización de las copas  aún se sienten más perdidas. 
Hay que dar por supuesto que muchas mujeres se dejan aconsejar y agradecen los esfuerzos que hacemos por ofrecerle y ayudarle a encontrar la talla y el modelo con el que vaya más cómoda, más a gusto y más acorde con su modo de vida, hasta casi el punto de poder olvidarse de que lleva ropa interior por lo cómoda que le resulte e invisible si es lo que busca la cliente, o si lo que busca es sentirse seductora, el sujetador debe de ser como unos buenos zapatos de tacón que te hacen sentir más femenina y más segura  de ti misma sin renunciar a ir cómoda.

También hay muchas mujeres que cuando llegan a conocer su talla se aferran a ella cómo a un clavo ardiendo y da igual si engordan o adelgazan, ellas siguen empeñadas en no cambiar de talla, es como si admitir que si pasan a tener una talla más equivaliera a admitir que han dejado de ser las mismas o algo así. No lo sé.




No son pocas las que prefieren llevarse un sujetador de ”su talla de siempre” aunque les apriete y les resulte incómodo al principio... pero "es que luego se dan de sí...”, y da igual que les trates de convencer de que no es que “den de si” sino que al llevarse uno de talla inferior, los estiran o los revientan. Siguiendo con la analogía del calzado, es como comprarse un zapato un numero menos para que cuando ya esté totalmente cedido o deformado entonces creemos que está “a su ser”.
Anteriormente lo escribí en otro post: muchas mujeres que vienen a comprar un sujetador, al preguntarles por su talla suelen decirte que usan la 90,  ya tengan una 95 o una 100 europea, pero es la que más "les suena". 

Cuando vienen así hay muchas clientas que se dejan aconsejar e informar, pero siempre las que “hacen más ruido” son aquellas que tras probarse veinticinco sujetadores –y no exagero nada- de la talla 95b, 95c, ninguno le queda como el estirajado que traen puesto y que les resulta comodísimo aunque admiten “que no les sujeta nada” y cuando le propones que se prueben una talla más o cuando al probarse uno que si que le sienta bien, (porque le has pasado al probador el que estas segura de que le va bien) "descubre" que se está probando una talla 100b y sale espantada del probador porque “esa no puede ser su talla”, "ella nunca ha usado una talla 100” “¡Qué horror! ¡quita..quita! ¡esa es la talla que usa mi madre!” e ideas por el estilo que son un verdadero corsé mental que impiden que esa mujer pueda llevar la talla y modelo que haría que su pecho y su figura lucieran mejor.
Tampoco es raro que cuando una cliente pasa por un momento de su vida en que su morfología o su peso ha cambiado, (tratamientos con cortisona, la menopausia etc) si vuelven a su ser, vengan a quejarse del sujetador que le vendiste "de una talla diferente a la que ella tiene" y que  enseguida se les quedó grande, pero no piensan lo mismo ni van a quejarse de unos vaqueros o una camisa que tuvieron que comprarse dos tallas mayor de la de siempre porque nada de su armario les valía. Parece que la talla del sujetador  es como la del pie: una vez dejas de crecer no cambia…


Marilyn Monroe dijo: 


"Dale a una chica los zapatos adecuados y podrá conquistar el mundo".


Yo creo que con el sujetador pasa algo parecido... pero bueno... si al final me acaba devorando la franquicia feroz que se me ha instalado a pocos metros, siempre puedo poner una zapatería. ;-)

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